lunes, 17 de julio de 2017

Hay fábricas como las de producción de plástico que deben desaparecer



Para el 2050 se estima que la cantidad de plástico que acabará en el mar superará en cantidad a los propios animales que viven allí. Esto es terrible para los ecosistemas oceánicos y para toda la humanidad, la cual depende en gran porcentaje que esa biodiversidad no se altere lo suficiente para no  poner en peligro a los demás ecosistemas planetarios. 

En el documental A plastic ocean nos encontramos  que  en los estómagos de miles de  animales en contacto con el mar  se han descubierto grandes cantidades de partículas de plástico que fueron confundidas con comida y que de a poco van envenenando el organismo, provocando la muerte y hasta la extinción de especies marinas. 

Millones de toneladas de plástico se producen en miles de fábricas alrededor del mundo y tal producción para los próximos años se doblará o triplicará. El ecosistema marino no tiene muchas chances así de sobrevivir.

¿Qué plantea la izquierda anticapitalista para estos obreros que fabrican el plástico? ¿Expropiar acaso? ¿Pelear en los sindicatos de estos para que ganen mejor? Claramente, estas políticas ya no sirven para el pensamiento revolucionario contemporáneo, el cual debe irremediablemente intervenir en estas trascendentales cuestiones para nuestro futuro. Apoyar hipotéticamente a estos trabajadores, por ejemplo, es entregar la lucha  solo por unos panes. De no pararse la maquinaria contaminante, ninguna revolución podrá dirigirse al comunismo, sino a la extinción. Los partidos revolucionarios deben asumir su nuevo rol, de informadores de la alerta mundial del colapso, de conformarse como  organismos capaces de comenzar el rescate de los lugares que todavía son bastiones naturales para mantener la vida (pero no al estilo "greenpeace"), y comenzar a acelerar la toma del poder antes que no quede nada.  No se puede seguir mirando para el costado cuando no existe política para lo que se viene. Por eso es necesario salir a discutir y volcarse a la inmensa tarea de preparar la lucha total contra todo lo que se nos ponga en el camino. Si es que no somos tan egoístas y creemos que este desastre que dejamos a nuestros hijos no es un problema solamente de ellos, sino nuestro,  entonces, deberíamos hacernos cargo de nuestra ignorancia y nuestra inapropiada forma de encarar estos problemas. 

Que todos los trabajadores deban tener un plato de comida es correcto, pero en la actual coyuntura planetaria, ganárselo poniendo en funcionamiento la maquinaria megacontaminante ya no puede ser un trabajo a defenderse por los revolucionarios. En todo caso, la comida del trabajador debe conseguirse por otros medios y no a través de un salario produciendo plástico, por ejemplo. Y esto significa llanamente que el capitalismo no puede garantizar este tipo de "beneficios", lo que nos obliga a considerar que existe latente una gran crisis revolucionaria mundial abierta por el peligro de la extinción humana. La humanidad debe ya mismo comprender que el capitalismo nos lleva a la muerte y no va a poner el freno. De colaborar con la comprensión de esta alarma real, los partidos revolucionarios tendrían la enorme subjetividad de las masas en sus manos para realizar el tan esperado tiro gracia en la sien del sistema. Aunque, hay que decirlo, sin haber hecho nada al respecto, ya se nota en muchos "revolucionarios" como les tiemblan las manos  que portarán las armas para el golpe final. Claro que una acción de esta magnitud supone desatar ya mismo la pelea a diestra y siniestra. Algo que la mayoría no quiere porque prefiere esta lenta agonía, que sería según ellos más tranquila que la de desatar la revolución.
El colapso nos está llevando aceleradamente a una especie de embudo en el cual una vez dentro todos nos licuaremos entre nosotros. Un partido revolucionario serio debería tener mínimamente un programa político que tome cada uno de estos hechos que se están sucediendo en sus narices y proponer, en conjunto con otros partidos revolucionarios y con la ayuda de todas las ciencias que se pongan a disposición de tal tarea, un sin fin de acciones que ya mismo se deberían empezar a realizar para salvar mares, bosques, ríos, plantaciones, agua, animales, etc. Para tremendo programa habría que cerrar fábricas, mineras, centrales atómicas, antes que el capitalismo lo haga de forma tardía, impulsado por el colapso y no por cuestiones "ambientales y humanas".

Dicho esto último, emerge de nuevo la idea inevitable de revolución; con ella, solamente con ella, podremos enfrentar el cataclismo que estamos alimentando. Justamente, dejar de darle “alimento” a esta bestia que hemos creado los humanos, el colapso ecosistémico y civilizatorio, puede darnos una oportunidad de reorganizar nuestra adaptación al nuevo escenario que ya es irreversible. ¿Cuánto piensa la izquierda anticapitalista que tiene para prepararse seriamente para pelear al lado de los millones de refugiados ambientales, al lado de millones de laburantes que ni aunque tomen las fábricas podrán ponerlas a funcionar a raíz del declive energético? ¿Cuánto cree esta izquierda que puede mantener esperanzado al movimiento obrero con la consigna de que los puestos de trabajo hay que defenderlos sin realizar una crítica a lo que se hace en esa fábrica? ¿Cuánto? Si como dicen los expertos, las fábricas de plástico se mantienen por 25 años más, con el apoyo sistemático incluso de la izquierda, la vida en los mares se habrá acabado por completo y todo gracias al capitalismo, a la izquierda inútil y a todas las masas que viven para el día a día como cualquier animalito sin conciencia. 

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