sábado, 3 de marzo de 2018

No peleamos solo contra la burguesía, peleamos también contra nosotros mismos.


En esta sociedad compleja y en proceso de descomposición, los individuos (las clases sociales por extensión) sufren también niveles de degradación inimaginables al sentido común. La sumisión de las masas es posiblemente la tragedia más grande en términos sociales que haya provocado el capitalismo. Quizás habrá que seguir investigando y estudiándose el nivel de fragilidad humana, si es que pretendemos comprender a cabalidad todos los factores que intervienen en nuestras derrotas políticas como clase explotada. 

The Push es un programa recientemente estrenado en Netflix que documenta audiovisualmente uno de los experimentos sociológicos más perturbadores que hayamos visto en la televisión. Derren Brown , mentalista que dirige el proyecto y el programa, demuestra que todos los humanos somos más ovejitas de lo que creemos. En determinados contextos de presión e impresión de acorralamiento, el individuo termina haciendo lo que los demás hacen, siguen la corriente. El experimento de Brown es desgarrador. Individuos que no son criminales son capaces de empujar al vacío a un viejo inocente, yendo incluso contra sus valores y convicciones más auténticos. 

Si trasladamos estos datos obtenidos por el experimento al plano de nuestros conflictos cotidianos, donde la política juega todas sus cartas, probablemente acerquemos la reflexión de que no combatimos solo contra la burguesía. Peleamos también contra nosotros mismos. 

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