Para
el 2050 se estima que la cantidad de plástico que acabará en el mar superará en
cantidad a los propios animales que viven allí. Esto es terrible para los
ecosistemas oceánicos y para toda la humanidad, la cual depende en gran
porcentaje que esa biodiversidad no se altere lo suficiente para no poner
en peligro a los demás ecosistemas planetarios.
En
el documental A plastic ocean nos
encontramos que en los estómagos de miles de animales en
contacto con el mar se han descubierto grandes
cantidades de partículas de plástico que fueron confundidas con comida y que de a poco
van envenenando el organismo, provocando la muerte y hasta la extinción de
especies marinas.
Millones
de toneladas de plástico se producen en miles de fábricas alrededor del mundo y
tal producción para los próximos años se doblará o triplicará. El ecosistema
marino no tiene muchas chances así de sobrevivir.
¿Qué
plantea la izquierda anticapitalista para estos obreros que fabrican el plástico?
¿Expropiar acaso? ¿Pelear en los sindicatos de estos para que ganen mejor?
Claramente, estas políticas ya no sirven para el pensamiento revolucionario
contemporáneo, el cual debe irremediablemente intervenir en estas
trascendentales cuestiones para nuestro futuro. Apoyar hipotéticamente a estos
trabajadores, por ejemplo, es entregar la lucha solo por unos panes. De no pararse la
maquinaria contaminante, ninguna revolución podrá dirigirse al comunismo, sino
a la extinción. Los partidos revolucionarios deben asumir su nuevo rol, de
informadores de la alerta mundial del colapso, de conformarse como
organismos capaces de comenzar el rescate de los lugares que todavía son
bastiones naturales para mantener la vida (pero no al estilo
"greenpeace"), y comenzar a acelerar la toma del poder antes que no
quede nada. No se puede seguir mirando para el costado cuando no existe
política para lo que se viene. Por eso es necesario salir a discutir y volcarse
a la inmensa tarea de preparar la lucha total contra todo lo que se nos ponga
en el camino. Si es que no somos tan egoístas y creemos que este desastre que dejamos a
nuestros hijos no es un problema solamente de ellos, sino nuestro,
entonces, deberíamos hacernos cargo de nuestra ignorancia y nuestra
inapropiada forma de encarar estos problemas.
Que
todos los trabajadores deban tener un plato de comida es correcto, pero en la
actual coyuntura planetaria, ganárselo poniendo en funcionamiento la maquinaria
megacontaminante ya no puede ser un trabajo a defenderse por los
revolucionarios. En todo caso, la comida del trabajador debe conseguirse por
otros medios y no a través de un salario produciendo plástico, por ejemplo. Y esto
significa llanamente que el capitalismo no puede garantizar este tipo de
"beneficios", lo que nos obliga a considerar que existe latente una
gran crisis revolucionaria mundial abierta por el peligro de la extinción
humana. La humanidad debe ya mismo comprender que el capitalismo nos lleva a la
muerte y no va a poner el freno. De colaborar con la comprensión de esta alarma
real, los partidos revolucionarios tendrían la enorme subjetividad de las masas
en sus manos para realizar el tan esperado tiro gracia en la sien del sistema. Aunque,
hay que decirlo, sin haber hecho nada al respecto, ya se nota en muchos
"revolucionarios" como les tiemblan las manos que portarán las
armas para el golpe final. Claro que una acción de esta magnitud supone desatar
ya mismo la pelea a diestra y siniestra. Algo que la mayoría no quiere porque
prefiere esta lenta agonía, que sería según ellos más tranquila que la de
desatar la revolución.
El
colapso nos está llevando aceleradamente a una especie de embudo en el cual una
vez dentro todos nos licuaremos entre nosotros. Un partido revolucionario serio debería tener mínimamente un programa político que tome cada uno de estos
hechos que se están sucediendo en sus narices y proponer, en conjunto con otros partidos revolucionarios y con la ayuda de todas las ciencias que se pongan a
disposición de tal tarea, un sin fin de acciones que ya mismo se deberían
empezar a realizar para salvar mares, bosques, ríos, plantaciones, agua,
animales, etc. Para tremendo programa habría que cerrar fábricas, mineras,
centrales atómicas, antes que el capitalismo lo haga de forma tardía, impulsado
por el colapso y no por cuestiones "ambientales y humanas".
Dicho esto último, emerge de nuevo la idea inevitable de revolución; con ella, solamente con ella,
podremos enfrentar el cataclismo que estamos alimentando. Justamente, dejar de
darle “alimento” a esta bestia que hemos creado los humanos, el colapso
ecosistémico y civilizatorio, puede darnos una oportunidad de reorganizar
nuestra adaptación al nuevo escenario que ya es irreversible. ¿Cuánto piensa la
izquierda anticapitalista que tiene para prepararse seriamente para pelear al
lado de los millones de refugiados ambientales, al lado de millones de
laburantes que ni aunque tomen las fábricas podrán ponerlas a funcionar a raíz
del declive energético? ¿Cuánto cree esta izquierda que puede mantener
esperanzado al movimiento obrero con la consigna de que los puestos de trabajo
hay que defenderlos sin realizar una crítica a lo que se hace en esa fábrica?
¿Cuánto? Si como dicen los expertos, las fábricas de plástico se mantienen por 25
años más, con el apoyo sistemático incluso de la izquierda, la vida en los
mares se habrá acabado por completo y todo gracias al capitalismo, a la
izquierda inútil y a todas las masas que viven para el día a día como cualquier
animalito sin conciencia.
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