miércoles, 31 de mayo de 2017

Marx le debe una disculpa a Malthus

Marx –contestando a Malthus- afirmaba que la miseria no proviene de un número excesivo de habitantes, sino de la persistencia del modo de producción capitalista y que el odio de las clases trabajadoras contra Malthus estaba plenamente justificado. En el frente antimalthusiano concluyeron no solo marxistas, sino también la iglesia católica, aunque con intereses distintos. Primera llamada de atención para un verdadero marxista, la de congeniar con una institución reaccionaria como la iglesia sin por lo menos profundizar en ello. Con esto no quiero decir que el marxismo no sirve (me considero marxista) sino que la ortodoxia marxista es una contradicción más dentro de un mundo contradictorio como el capitalista. Malthus tenía razón y Marx en esta no. Marx tuvo enormes contribuciones en materia de preocupación sobre el problema humano y su entorno, pero se pasó de rosca con Malthus. La cuestión es que los soñadores leninistas del siglo soviético (1917-2017) deben tocar el suelo y comprender que la premisa malthusiana de que no se puede crecer sin límites está confirmada, mientras que la solución al problema poblacional y alimentario no se resolverá simplemente con la revolución, sino con un cambio profundo de la vida humana acompañado de una inevitable regulación de la natalidad. Incluso si hoy mismo el socialismo se instalara mundialmente no podría resolver los terribles problemas de organización, teniendo que recurrir de nuevo a la estructura y lógica capitalista para alcanzar las tecnologías necesarias que puedan garantizar solamente alimento, salud y hogar. Mientras las masas esperarían el reacodomamiento en la transición socialista, no faltarán aquellas que no tengan ni las ganas ni la paciencia para sacrificarse en la racionalización de los recursos. Problemas que indefectiblemente llevarán a luchas por todos lados del mundo y que continuarán como focos revolucionarios interminables. Todo esto se debería justamente a la no preparación "colapsatoria" del marxismo revolucionario a semejantes consecuencias. Las sociedades se dirigen al abismo sin saberlo, y los revolucionarios enfrentarán no solo a la burguesía debilitada, al clima y a la falta de recursos, sino también a sus pares que de la noche a la mañana se les caerá el relato y la tranquilidad y no todos serán capaces de canalizar ese drama en aras de la revolución socialista.
Hay algunos que creen que solo hay que pensar en el presente inmediato, como si la estrategia a corto plazo solucionará mágicamente el efecto dominó  de esta época histórica que va al desequilibrio sistémico.


martes, 30 de mayo de 2017

Quién dijo que no hay que leer a stalinistas

Roger Garaudy fue por mucho un stalinista francés hasta que lo rajaron del PC por su crítica a la URSS. Y las críticas hacia la izquierda también valen, a veces mucho más que las críticas ya obvias al capitalismo. En este libro suyo aporta interesantes reflexiones para la discusión política de nuestros días sobre el crecimiento. Va al grano, a sus defensores los coloca en lo que él le llama "religión del crecimiento". Por ejemplo, habla de lo costoso que hoy en día supone la publicidad (conste que es un libro viejito)  y cita el caso de del New York Times, diario que en un 90% es de contenido publicitario, lo que supone la tala de aproximadamente 15 a 20 hectáreas de bosque canadiense para fabricar el papel . Algo que hasta parece insignificante, a Roger le parece significativamente digno de traerse a debate: el crecimiento salvaje no solo se traduce en la erosión innecesaria de recursos y contaminación, sino que también tiene sus secuelas fisiológicas en forma de stress, como presiones de la vida moderna. Pero rescato una reflexión bien inteligente de Roger como para cerrar este post. Este afirma que el problema ecológico no puede resolverse simplemente con el control de la natalidad de los pueblos más prolíficos ya que un solo yanqui absorbe el equivalente a 500 veces la energía consumida por un hindú en un año. Lo que lo lleva a concluir que si existiera un crecimiento de población de EE. UU. de solo 10 millones de habitantes es más peligroso que el aumento demográfico hindú de 400 millones. El problema principal para Roger es la continuidad de la civilización occidental, que además de injusta (algo que ya sabemos hasta el hartazgo) sus contradicciones estructurales están por hacerla volar en pedazos. Roger podrá ser un stalinista y todo lo negativo que eso implica para un marxista serio, pero entiende mucho mejor la brutal problemática del desarrollo de las fuerzas productivas que otros no stalinistas y que en nada aportan sobre la cuestión. Por eso siempre  decimos que los absolutos no existen, y menos en teoría política.



lunes, 29 de mayo de 2017

Los conflictos ambientales pronto superarán a los conflictos clásicos del movimiento obrero

Atlas de Justicia Ambiental es una iniciativa creada en 2012 por la Universidad Autónoma de Barcelona, la cual registra en la actualidad un total de 2.100 conflictos socioambientales en todo el mundo. Los casos están aumentando en China, Bangladesh, Pakistán, Indonesia, Egipto, Etiopía y República Democrática del Congo, aunque el país con mayor número de conflictos en el atlas es India.

Con el correr de los años, los conflictos serán cada vez más numerosos e incluso superarán a los clásicos conflictos obreros, en los que solo se demandan aumentos salariales. Esta realidad no tardará en imponerse a las "cúpulas" revolucionarias. Solo es cuestión de tiempo.

http://ejatlas.org/

El pan nuestro de cada día



Esta obra teatral de Gorostiza significó un nuevo teatro, independiente, en pleno gobierno peronista. La pauta oficial iba por otro cauce, obviamente nada cuestionador al rol de estado (algo calcado ocurrió en la era "K" con la cultura). La obra nos ofrece una mirada realista sobre los efectos de la alienación, convirtiendo el lema “no te metas” en el principio rector de una sociedad. Todo ocurre en una panadería, patrón, inspectores municipales y panaderos envueltos en un envenenamiento masivo del barrio. El patrón como máximo responsable de su negocio nunca le importó controlar la calidad de la harina con que se hacía el pan; los inspectores como buenos burócratas siempre preocupados en proteger el orden establecido, solo están pendiente de encubrirlo; los panaderos sabían que la harina estaba mala pero suponían que es un problema de otro (del patrón) y que ellos siempre se escudan en su debilidad frente al sistema. Solo uno de ellos (el nuevo panadero que ingresaba) se animó a cuestionar dicho accionar irresponsable e indiferente. Se arma la podrida. Nadie se quiere hacer cargo. La explosión del drama nunca llega. Todo sigue igual. Aunque el final pareciera encerrar un paso adelante para el movimiento obrero, para mí es el sabor de la gran derrota de nuevo, el escape. La explosión no es material pero sí mental, uno de los trabajadores toma conciencia junto con la mujer del patrón y lo abandonan porque tanto él (comprende que es un esclavo) como ella (cansada de los engaños del marido y de su vida sin sentido) se dan cuenta que formar parte de las instituciones capitalistas nunca los hará libres y que además siempre estuvieron enamorados clandestinamente. Sin saberlo, Gorostiza había escrito en la década del cincuenta una ficción sobre la contaminación y la incredulidad de la sociedad moderna frente al problema. Sí. La misma que azota a nuestra generación de proletarios que solo tienen en mente el pan de cada día o la lucha sindical como horizonte más avanzado. La obra termina mostrándonos que los que toman conciencia de la gravedad del problema solo les queda el escape, y los que no se animan a tomarla, continuar con la vida tal como se las ofrece el sistema, aunque más aleccionados frente al sacudón (pero eso no basta). Otro de los puntos interesantes de la obra es la crítica al Estado, institución inviable para garantizar la libertad de las personas y principal obstructor de la conciencia individual y colectiva (gran crítica al peronismo). En fin, una obra que nos hace replantear el rol de las vanguardias (principales referentes ideológicos) que en vez de hacerle frente al problema central o se escapan del conflicto o retacean la lucha.



domingo, 28 de mayo de 2017

La revolución de Sebastián Salgado

Por un lado la sal puede tener una acepción dañina o mortífera evitando que crezcan las semillas cuando se aplica de forma inadecuada sobre la tierra por lo que puede tomar el significado de esterilidad o desertificación. Otro significado es como elemento que se requiere para reforzar un proceso o una actividad, cognitiva, vital o social. También puede ser entendida como producto para la conservación y preservación, adquiriendo dicha semántica. En otro sentido puede entenderse como que irrita las heridas en sentido metafórico, encaminado a decir que provoca dolor donde ya existe un daño. Por otro lado, la sal provoca sed, por lo que puede entenderse que provoca necesidad. Los humanos, según Sebastian Salgado, somos esa gran y multisignificante metáfora. 

Esta película nos comparte la experiencia de uno de los fotógrafos más comprometidos socialmente, Sebastían Salgado. En ella iremos desde la lucha política, el compromiso con las bastas regiones de desclasados, pasaremos por la colaboración de los trabajadores en la construcción de la impresionante sociedad moderna, hasta llegar a su última etapa como fotógrafo: el de la necesidad de mostrar al mundo que hay posibilidad  de renacer lo muerto que ha dejado esta sociedad del consumo y la opulencia. La finca de sus padres, en Mina Gerais, se había convertido en tierras muy estériles. Hoy, luego de un trabajo metódico, convertida en un paraíso de árboles y animales, demuestra que hay todavía procesos que sí pueden revertirse dentro de la naturaleza (lo que queda averiguar es si nosotros podemos cambiar o no).

Luego de sus viajes itinerantes por los lugares más profundos de la oscuridad humana, Ruanda es el ejemplo emblemático donde presenció en forma directa un genocidio brutal, Salgado seguramente debió querer matar a más de un capitalista (en el documental usa el eufemismo de deshonestidad política de los gobiernos), pero también nos hace cargo a todos, incluido él -que ya estaba haciendo un trabajo revolucionario desde la difusión y alarma de lo que ocurría-, sentenciando amargamente que luego de ver eso nadie merece vivir en este planeta (queda en ustedes confirmar dicha sentencia). 

Pero Salgado va más a fondo en su vejez, y no propone cruzarse de brazos a esperar la muerte. Hace su parte, desde su visión de fotógrafo y economista. En su último trabajo, Génesis, advierte que la humanidad es capaz de destruir todo y destruirse así mismo, pero también puede comenzar a organizarse de cómo enfrentar al peligro del colapso de nuestras formas de vida. Su lucha también es política y revolucionaria, aún sin que nos hable de partidos políticos y la toma del poder, porque de alguna forma, los que sí lo hacen y se jactan de su estrategia, deberán recurrir tarde o temprano a las enseñanzas de estos tipos que no reducen la lucha a una sola mirada, sino a las múltiples miradas que incluso te puede ofrecer una cámara de fotografías.








sábado, 27 de mayo de 2017

Marxismo y la biosfera no se contraponen

Vladímir Vernadski, científico comunista, logró impresionar con esta obra a nada menos que al mayor teórico de la revolución rusa (el propio Lenin lo llamó el chico de oro). Bujarin llegó a la convicción de que situar la historia humana dentro de un contexto mayor de la biosfera era un esencial elemento de la puesta al día del materialismo práctico de Marx (algo que hoy no vemos para nada en la izquierda anticapitalista).Bujarin emprendió una batalla contra los elementos burdos del materialismo mecanicista, no solo al fascismo y al misticismo. Comprendió que hay demasiada gente que ni se imagina la inmensa riqueza de las formas de vida que actúan directa e indirectamente en los procesos químicos y físicos de la naturaleza. Era consciente, además, que la visión triunfalista de la relación humana con la naturaleza es ingenua, que en realidad suponía una compleja relación recíproca que conlleva la coevolución. Para muchos marxistas que no leen la biblia, con Bujarín se murieron los pocos marxistas ecológicos rusos. En pleno siglo XXI, lo siguen matando (fue fusilado por Stalin) con la indiferencia, pero esta vez los criminales son los antiestalinistas. Paradojas de la historia.


¿Neoprimitivismo?

Lewis Henry Morgan es considerado el padre de la antropología moderna. Esta obra fue influida por Lucrecio e influyó enormemente en Marx y Engels. Morgan contribuyó al desarrollo del análisis materialista histórico, ya que entendía que para analizar el desarrollo humano debía considerar las condiciones materiales (Estado, familia y la propiedad), concretamente las "artes de subsistencia" ya propuestas por Lucrecio.Marx, luego haría llegar el análisis materialista histórico a niveles superiores. 

Civilización y barbarie son categorías que en la antropología distan mucho de los conceptos literarios y políticos modernos, cuestión más que interesante para hacer resurgir. En esta obra cumbre de la antropología se nos decía que mientras más mejoraban los modos de subsistencia más crecía el cerebro (inteligencia), es decir, cuantas más invenciones o herramientas para mejorar la supervivencia más expansión de la mente humana. Bien, entonces me pregunto usando el mismo razonamiento, con la destrucción de los modos de supervivencia como se da en la actualidad, ¿ estamos en un momento histórico de contracción de la mente humana? o más duramente, ¿nos estamos volviendo cada vez más boludos?


El marxismo no es un reducto estanco

La crítica -siempre lo sostengo- si quiere ser “crítica” y no una defensa (como la de un abogado, y todos sabemos que éste no necesariamente busca la verdad) debe reconocer los aportes incluso de la crítica adversaria, y desde allí librar la batalla. De lo contrario, dicha crítica reduciría su campo a una batalla religiosa entre el “bien y el mal”. Esto último viene pasando seguido. La izquierda anticapitalista ha simplificado -para mi gusto y para el de muchos marxistas- al capitalismo a la mera expresión “explotación” y convertido toda su lucha a una cuestión principalmente sindical. El marxismo como especialista en el análisis de la realidad, por lo tanto, tiene una pata quebrada que no le está funcionando, y es la de expandir su análisis y política a otros aspectos no menos importantes. Me remito a los propios hechos de la historia que el marxismo mismo ha considerado válido. Marx y Engels no renegaban de las críticas “románticas” del capitalismo industrial, es más, se nutrieron de ellas para superarlas. Sismondi fue uno de esos burgueses intelectuales que tenían una mirada romántica de la realidad de su tiempo, pero las cartas con Marx demuestran que no todo el enemigo ideológico dice pavadas o ideas reaccionarias. Lo mismo ocurrió con Balzac, Dickens, Fourier, todas fuentes que Marx leyó con mucha atención, siendo éstos representantes de la cultura dominante. Marx y Engels –y por extensión el marxismo- proponían una lectura selectiva, una apropiación de ideas que impliquen un avance en el desarrollo de la comprensión, y no como mucha izquierda que pretende solo usar la lectura para sostener un enfoque sobre un asunto ya “resuelto”. 

Thomas Carlyle sin ser marxista escribió: “Si los hombres perdieron la creencia en un dios, su único recurso contra un No-Dios ciego, de necesidad y de mecanismo, contra una terrible máquina de vapor mundial que los aprisione en su vientre de hierro como un monstruo toro Faloris, sería, con o sin esperanza, la rebelión”. Marx aún sabiendo del romanticismo de esta crítica la anoto en sus cuadernos y se apropió innegablemente de aquel legado no poco revolucionario del crítico escocés. En ese sentido, izquierda marxista contemporánea, en vez de solamente refugiarse en las trincheras de la ortodoxia, más le vale que saque la cabeza y observe lo que tiene enfrente, porque en vez de ganar terrenos, estamos regalándolos a los enemigos. Si Marx incorporaba conocimientos ofrecidos por  la propia burguesía para su elaboración teórica, no se entiende que muchos de sus mejores discípulos contemporáneos se sigan negando a incorporar los estudios científicos que advierten la posibilidad inminente del colapso de nada menos que una civilización. 


viernes, 26 de mayo de 2017

Más Nietzsche y menos marxismo vulgar


La izquierda anticapitalista tiene el viejo vicio de creer que se la sabe todas, que con sus programas políticos pensados en otros tiempos puede acaso lograr ahora lo que no se logró en su momento. Peca de soberbia cuando se niega a incorporar en sus debates aspectos fundamentales de la realidad. Ni yo ni ningún partido podemos arrogarnos la verdad, pero sí podemos empezar a discutirla. Y lo podemos hacer porque ella, la verdad, no es otra cosa que una metáfora. La crisis ecológica, el cambio climático, el colapso de la civilización merecen estar dentro de esa "ilusión" que la sociedad se construye por instinto de supervivencia, justamente, porque sin esa incorporación pronto la desilusión será total.
El discurso marxista, como discurso científico, no está exento de la crítica Nietzscheana, más cuando aquel se  repliega a la primera de cambio, cuando su subsuelo empieza a temblar. 

Nietzsche en su obra Sobre verdad y mentira en sentido extramoral expone su feroz crítica al lenguaje y  la verdad científica. 

"El hombre nada más que desea la verdad en un sentido limitado: ansía las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que mantienen la vida; es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias e incluso hostil frente a las verdades susceptibles de efectos perjudiciales o destructivos" [...]


¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se han olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas sino como metal".


jueves, 25 de mayo de 2017

Los aportes de la psicología serán de mucha ayuda para el marxismo actual


Fernando Cembranos nos explica desde la teoría de la Reducción de la disonancia cognoscitiva de Leon Festinguer los problemas de la psicología individual y colectiva para adaptarse al colapso. La hipótesis de la tería es que si dos ideas o una idea y una conducta no encajan y producen malestar, una de ellas se transforma hasta que encajen. 

Si la información es dolorosa nos agarraremos a cualquier pequeña rendija que disminuya el dolor: atacar al mensajero, calificar de exageración, acusar de que no está totalmente demostrado, pensar que no me va a tocar a mí (o a mi clase social o mi país) son respuestas habituales. También aumenta la facilidad para adherirse a creencias mágicas si son esperanzadoras (“la tecnología lo resolverá”, “dios o el destino no lo permitirá”, etc.) Es probable que conforme se agudicen las señales del colapso aumente el papel de las religiones para calmar la ansiedad y proporcionar esperanza. Cuando una información produce terror y no hay nada claro que hacer, es probable que se minimice o incluso que se niegue. Se dice que fue el caso de algunos judíos a los que les llegaron noticias del genocidio que se estaba cometiendo y no se lo creyeron, precisamente porque era demasiado terrible.

El psicólogo plantea que para que los humanos tengan una respuesta adaptativa al colapso hay que resolver tres problemas:

El primer gran problema es la falta de información de la mayor parte de la población. Si bien el cambio climático es conocido superficialmente por una parte importante de esta; la gran mayoría desconoce el declive energético, la magnitud y las implicaciones de la pérdida de biodiversidad, el pico de los materiales, la dificultad de mantener en la biosfera a una parte importante de la población mundial y las interacciones que tienen entre sí estos factores. Cuando no se dispone de información la posibilidad de reaccionar de forma adecuada es bastante reducida. El segundo problema es la información errónea, principalmente la proporcionada por el filtro de la economía convencional, que suma en vez de restar (producción de materiales en lugar de extracción de los mismos); que enfoca en el lugar equivocado (en los números de la bolsa de Nueva York en lugar de mirar la biodiversidad o los factores de equilibrio de la biosfera) o que mantiene una teoría de los ciclos que permite ver reversibilidad donde no la hay. También proporcionan información errónea los grupos con intereses concretos (lobby del petróleo, fundaciones negacionistas, etc.). La consecuencia de la información errónea es que provoca respuestas en la dirección equivocada e incluso en la opuesta.
El tercer problema es que cuando se dispone de información, pero esta es parcial, incompleta, confusa o contradictoria, las posibilidades de reaccionar de forma efectiva son escasas. La información borrosa y ambigua permite muchas formas de respuesta inadecuada.




Estamos en el Titanic, ¿qué hacer?

Titánic, en clave colapso ilustra las distintas conductas que el hombre tomará frente a dicho fenómeno inminente: rezar, suicidarse, sobornar para encontrar plaza en un bote, contar un cuento a tus hijas en espera de la muerte, pedir una copa de champagne, entretenerse en un problema de celos, abandonarse (el capitán), jugar al fútbol con el hielo, ponerse el chaleco salvavidas (que no sirve para el frío), intentar comprar la salvación (aunque el dinero ya no vale), tocar música, creer en lo improbable (el que vuelve por si alguien a sobrevivido a la congelación), luchar por los derechos de las personas de tercera clase u organizar el salvamento. 

Nuestro colapso, a diferencia del histórico barco, no durará unas horas, sino décadas. Y tendrá esas mismas opciones de conductas. La elección que la humanidad haga de esas conductas, pero principalmente lo que se haga para colaborar en esa elección, será clave en la tarea titánica de la resistencia, de la organización del salvamento de la humanidad.

Pensar los límites de la revolución socialista


La revolución que se anime a triunfar tendrá además que enfrentar a otro enemigo -no esperado por la mayoría- quizás peor que el de clase: la reacción de la naturaleza. La vieja URSS, ya estalinista, con la idea de lograr la independencia económica no dudó en secar el cuarto lago más grande de la tierra (El Mar de Aral) para aumentar la bestial producción de algodón. Este es el límite de las revoluciones, ya no es suficiente expropiar incluso a todas las multinacionales del mundo, porque los trabajadores en el poder no harán algo distinto en lo inmediato con las fábricas ya que continuarán con la transición y pondrán en marcha todavía el aparato productivo. Pero si consideramos que científicamente estamos apurados de tiempo, el futuro no se puede pensar desde la creencia que algo haremos. Es inevitable y necesario que vayamos pensando como armar un programa político que contemple la necesidad a nivel mundial de cómo hablarles a las masas para que entiendan que el crecimiento ya es imposible,  que es la clase que debe dirigir el decrecimiento, sin que esto signifique un pensamiento derrotista y paralizador. No ayuda en nada ese marxismo que proponga que en el futuro se verá qué hacer, negándose a dialogar ahora mismo con  la --cada día mayor-- variable histórica: el colapso.  Incluso el propio Marx, proyectaba desde su propio lugar histórico los presupuestos teóricos con los que se podría contar en las futuras luchas obreras. EL marxismo es también anticipación, sino se vuelve oportunismo, algo más que evidente en muchos sectores de nuestra izquierda, y que implicarían en las revoluciones venideras también un escollo para llegar a ese "algo haremos" en el triunfo.



Decrecimiento o barbarie

Una de las frases marxistas más conocidas y que se repiten hasta el cansancio por la izquierda revolucionaria es aquella que reza  "socialismo o barbarie", convertida ya en un cliché cuando se terminan los argumentos. Ambos términos antagónicos hasta hace un siglo valían para poner en entredicho al régimen capitalista. Hoy ambos conceptos, socialismo y barbarie, tienen un vínculo más cercano. Uno no supone la anulación del otro. Ni el socialismo tiene posibilidad de evitar mágicamente la barbarie que implicará la ola de catástrofes genéticas, ambientales, sociales y políticas que nos depara el colapso de este tren que no se detiene, nuestra civilización. Es una falacia aquella premisa de algunos ilustrados marxistas que creen que una revolución sin más resolvería los problemas venideros. Solo basta observar un ejemplo contundente en el gran ejemplo de revolución socialista, la rusa. La revolución, aunque ya estalinizada, secó uno de los lagos más grandes del mundo por necesidades estratégicas, el mar de Aral.

Serge Latouche, economista y filósofo francés, pone el foco en donde hay que ponerlo: Mientras que el crecimiento tiene varias teorías, el decrecimiento no tiene ninguna. Solo tenemos un eslogan provocador para ir contra el discurso dominante (que dice que hay que seguir creciendo), donde los decrecentistas (donde me incluyo) son  una especie de  creyentes en el "acrecimiento" pero que no saben cómo mierda hacerlo. Es el gran vacío teórico que hay. Sin una teoría del decrecimiento no hay forma de que ninguna revolución pueda tener éxito en las próximas décadas. Ahí la izquierda mundial debe poner el foco lo antes posible.



martes, 23 de mayo de 2017

¿Para cuándo la consigna del decrecimiento?

Carlos Taibo Arias es un profesor de ciencias políticas en la Universidad Autónoma de Madrid; un anarquista que tiene muy clara la idea del colapso. Taibo expresa algo que puede dejar mudo a más de un marxista ortodoxo. Y es que si el discurso del  poder dominante anda repitiendo la fórmula del seguir creciendo como forma de solucionar todos los problemas, una consigna por el decrecimiento es revolucionario por el simple hecho que contradice dicho discurso. Pensemos, entonces, en las consignas que propone gran parte de la izquierda con respecto a los problemas de la clase obrera. Nos encontraremos con que su discurso no es muy diferente al de los poderes dominantes. Ambos todavía creen que se puede crecer, uno en pos del lucro, el otro en post del mejoramiento de las condiciones de vida diarias. Ahí tenemos un problema no resuelto, y tiene que ver justamente cómo la izquierda aborda el problema. Si las consignas revolucionarias solamente acompañan esa confianza, aunque mínima, de las masas en el capitalismo, de alguna forma -como bien lo apunta Taibo- estamos rifando ya mismo el futuro de nuestros hijos. La izquierda anticapitalista tiene la opción de llamar a decrecer (aunque ni eso hace todavía), pero  eso supondría un paso gigante que no parece querer dar, llamar a la revolución lo antes posible, algo que según los teóricos más prestigiosos del marxismo no sería lo más recomendable, ya que las condiciones subjetivas no están dadas. Esto último si bien es muy cierto --existe hasta un atraso en la conciencia del explotado-- es incompleto para hacer un análisis real de lo que plantea este problema. Las condiciones subjetivas no surgen solamente de las condiciones materiales, también se constituyen a partir de la interacción con otras subjetividades, las cuales en función de la dirección que tengan, guiarán o no hacia ese destino tan esperado de la revolución socialista. En ese sentido, la izquierda anticapitalista debe hacerse cargo de su poca colaboración en la guía sobre los procesos revolucionarios, y no solo escudarse en que las fortalezas del capitalismo son la única traba para derribarlo. Esa gran subjetividad que puede proponer la izquierda revolucionaria para que interactúe con las masas no puede ser pensada desde la mirada de las necesidades de un mundo en vías de industrialización, sino todo lo contrario, en vías del colapso irremediable. Eso lo cambia todo, y las consignas también deben colaborar con ese cambio de paradigmas. O llamamos a hacer la revolución urgentemente para enfrentar el colapso, o el colapso hará la revolución por nosotros.

lunes, 22 de mayo de 2017

La energía consumida por el mundo virtual es comparable a la producida por 30 centrales nucleares

Dentro de muy poco el mundo virtual tal como lo conocemos será historia. El mundo creado en internet será el primero en caer. Luego, por osmosis, le tocará al otro mundo, al material. Si comprendemos que la organización de las sociedades modernas está íntegramente basada en sistemas informáticos, podemos ir pensando en ese lindo caos que nos aguarda.  No hay forma que las tecnologías limpias cubran a las anteriores ni por asomo. Todo se diluirá entre los dedos, a lo Bauman y su modernidad líquida. Es muy loco que los hombres con sangre marxista nos quieran aconsejar a nosotros, meros exploradores de tal teoría,  que frente a este atropello de la realidad nos callemos con frases extraídas de libros sin ningún tipo de relación contextual. 

La cosa es bastante jodida; ahora mismo esta computadora que uso colabora de una forma impresionante en la contaminación y la utilización de energía, algo que hace hasta hace unos días ni me percataba. Un estudio afirma que todo el mundo virtual que conocemos utiliza la increíble cantidad de energía que producen 30 centrales nucleares. Se esperan un par de billones de nuevos vecinos en el planeta para dentro de veinte años, la izquierda anti-capitalista no ve posibilidad de hacer la revolución y no cree en sus fuerzas tampoco, el imperialismo sigue extrayendo combustibles fósiles, los autos y computadoras como símbolos constitutivos del ser seguirán multiplicándose, en fin, un combo ultra-explosivo. La locura continua.

Estamos yendo a un callejón sin salida, nos estamos acorralando solitos.

http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2012/10/03/actualidad/1349284443_663373.html


La espiral de la energía, obra para pensar cómo afrontamos desde el marxismo el colapso de nuestra civilización

Dejó una obra más que interesante para profundizar la idea del colapso. El marxismo no puede seguir escapando de las garras de esta tremenda realidad:

EN LA ESPIRAL DE LA ENERGÍA.
Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes


El carácter inmaterial de la sociedad de la imagen y su condición ambiental inocua son falsos. Como alerta Carpintero (2003, 2005), cada ordenador supone extraer y procesar 1.000 veces su peso en materiales, con el transporte de productos que ello implica y los impactos ecológicos de su transformación. Unos materiales que, además, son escasos. Y la cuestión no son solo los recursos en la fabricación, sino los residuos contaminantes que se generan. A ello hay que sumar la obsolescencia programada de estos aparatos. Lo mismo se puede decir de las televisiones, los mp3, los teléfonos móviles o los libros electrónicos (430). Además, su número crece de forma continuada (431). Por otra parte, el funcionamiento del ciberespacio y la sociedad de la imagen demandan una considerable cantidad de energía eléctrica (432). Actividades “amigables con el medio ambiente”, como la lectura de un periódico on line, el envío de gran cantidad de datos vía correo electrónico, el libro electrónico o colgar vídeos, tienen también su coste energético (433). Aunque algunas de estas actividades se suponía que iban a ahorrar en consumo de papel, su derroche no ha hecho sino aumentar, un ejemplo más de efecto rebote. A estos impactos hay que añadir la fabricación de las infraestructuras (cables (434), satélites, antenas). Además, muchos de los nuevos materiales necesarios para la nueva economía (fibra de vidrio, fibra de carbono, PVC, poliuretano) requieren mucha más energía para su fabricación que los antiguos (hierro, acero o aluminio) y además son difícilmente
reciclables (Carpintero, 2005; Khanna y col., 2008). >>

(430) Para fabricar un móvil hacen falta 75 kg de materiales, 1,5 t para un ordenador y 14 para un coche. Un chip electrónico de 0,09 g necesita 20 kg (220.000 veces su peso) (Herrero y col., 2011).
(431) Hace 30 años apenas existían ordenadores en el mundo. En 2013 se estimaba que había más dispositivos conectados a internet que habitantes en el planeta (unos 15.000 millones) y unos 2.000 millones de personas usaban internet (Almodóvar y Ramírez, 2013). Algo similar podríamos decir respecto a los televisores, a los que accede más del 80% de la población mundial. En cuanto a los teléfonos móviles, su número rondaba los 7.000 millones en 2013 (Castells, 2012, 2014).
(432) Del orden del 15% de la energía eléctrica que se consume en EEUU corresponde al funcionamiento directo del mundo informático (Carpintero, 2003, 2005). Internet, sin contar las infraestructuras, produce tanto CO2 como Alemania o toda la industria de la aviación (Almodóvar y Ramírez, 2013). Los almacenes digitales consumen en todo el mundo el equivalente a la producción de 30 centrales nucleares (Glanz, 2012), el 48% de todo el consumo de internet (Almodóvar y Ramírez, 2013).
(433) La lectura de un periódico on line utiliza 10 veces más energía fósil y produce 2 veces más residuos que un periódico tradicional, si bien estas evaluaciones dependen de cómo se defina el ciclo de vida (Plepys, 2002; Carpintero, 2003, 2005). Hacen falta 100 libros impresos para llegar a la huella de carbono de un iPad y 40-50 para un libro electrónico (y eso contando solo con la energía consumida en la fabricación) (Goleman y Norris, 2010; Green Press Initiative, 2010). Por cada 2 Mb que circulan por la red se consume la energía equivalente a la quema de 0,5 kg de carbón (Carpintero, 2003, 2005). En EEUU, en 2010 solo los centros de datos consumieron más energía que el sector del papel ese mismo año (Glanz, 2012).
(434) 900.000 km de cables submarinos, por donde circula el 99% de la comunicación (Clemente y Ramírez, 2013).
Vol. 1

vol. 2


domingo, 21 de mayo de 2017

El peligro de un eco-suicidio planetario como problema estratégico central de la Izquierda



Entrevista a Michael Löwy por Miguel Fuentes

Pongo a disposición de los movimientos sociales esta entrevista realizada al intelectual marxista Michael Lowy, uno de los referentes más importantes del pensamiento anticapitalista a nivel internacional, en torno al creciente peligro de la crisis ecológica y su importancia como problema estratégico central para el Marxismo.
Reflexionando en torno a una serie de tópicos tales como el cambio climático, el ecosocialismo y los desafíos del movimiento revolucionario durante las próximas décadas, las ideas de este intelectual constituyen un claro llamado de advertencia para las filas de la izquierda anti-capitalista.
Tal como queda en evidencia a partir de las palabras de Lowy, será justamente gracias a la capacidad que tengan las organizaciones de izquierda para integrar estos debates en sus respectivos ejes estratégicos, políticos y tácticos, así como también para ponerlos en el centro de sus respectivos análisis de la realidad mundial, que aquellas podrán prepararse (o no) para enfrentar el último desafío programático de la Revolución Socialista: el peligro del colapso de la civilización y la extinción humana, o bien, en palabras de Lowy… la amenaza de un eco-suicidio planetario.

http://vientosur.info/spip.php?article12555

Naomi Klein es más marxista que el Trotskaje vulgar

Hay lecturas marxistas de la realidad que dejan mucho que desear; por ejemplo, la de la izquierda trotskysta, que no entiende que existe un arsenal de datos ofrecidos por la ciencia que concluyen que el aumento de dos grados centígrados en el planeta nos coloca en la temible cuenta regresiva. Naomi Klein no hablará de soviéts y de sindicalismo combativo, pero tiene una posición mucho más marxista que este colectivo de izquierda desfasada. La autora no hablará de partidos revolucionarios (por ahí le podemos entrar si se quiere la discusión a Klein), pero tiene muy en claro que el cambio climático no es un problema que se puede combatir desde la democracia burguesa como si fuera una lucha más de las que libra la izquierda revolucionaria en lo que va de su conformación. El cambio climático es una crisis furibunda, una crisis espiritual, una crisis civilizatoria, una crisis de la historia. Reconoce que el cambio climático es lastimosamente la respuesta que el capitalismo debería haber tenido hace doscientos años; ahora llega y nos encuentra en la desorientación absoluta. Podemos discutir sobre las formas que la autora propone para resistir a lo inevitable. Pero primero habrá que reconocer el negacionismo de estos sectores que se resisten al debate.


sábado, 20 de mayo de 2017

La derecha como gran parte de la izquierda revolucionaria concuerdan en que hay que suicidarse desarrollando las fuerzas productivas

Así de "coherente" es el PTS frente al tema del cambio climático. Ayer nomás llamaban "fundamentalistas" a quienes plantearan una desaceleración del desarrollo de las fuerzas productivas, en post del equilibrio ecológico.  Esto demuestra, una vez más que estos partidos revolucionarios posan de luchadores en la superficie, pero en sus estructuras profundas están huecos de sentido. No se puede hablar desde el marxismo creyendo que con solo nombrar a Trotsky o Marx sobre las cuestiones ambientales se ofrece una caracterización y análisis correcto. Hay que integrar el problema como eje si es que no se quiere cometer semejante desvarío contradictorio como el artículo del PTS: 

"las corrientes ecologistas “fundamentalistas” llegan a plantear, bajo el pretexto de luchar contra el antropocentrismo, una objeción al desarrollo de las fuerzas productivas como factor de desarrollo de la humanidad, lo que hace que tengan posturas de volver a un pasado en “armonía con la naturaleza” y colocando a la humanidad y a todas las especies vivientes al mismo nivel. Esta postura se expresa en el hecho de que estas corrientes no establecen una distinción entre los seres humanos como seres naturales y como seres sociales, y no entienden que el trabajo, a través del cual la humanidad ha transformado la naturaleza y las relaciones sociales, es la esencia del proceso histórico humano. Por lo que el “culto a la naturaleza” tendría una postura ahistórico y superficial".

Informe del HSBC que demuestra que el pico del petróleo no es broma

Los creyentes no solo son aquellos individuos que acuden a las iglesias, también lo son aquellos que creen ciegamente en la estabilidad civilizatoria. Para ambos estaría más que bueno que dejen un rato el rezo y el dogma y lean un rato aunque sea con el traductor de Google el último informe de uno de los bancos más grandes del mundo (HSBC) sobre la insuficiencia de la oferta mundial de petróleo en los próximos años para sostener la demanda. Lo peor es que no tienen plan B. 
En el informe este se estima que para el año 2040 el mundo tendrá que encontrar alrededor de 40 millones de barriles de petróleo por día para mantenerse al día con la creciente demanda de las economías emergentes. Esto equivale a más de 4 veces la cantidad de producción de crudo en Arabia Saudita... Y sin embargo la izquierda revolucionaria cree que esto no es motivo para integrar el asunto a sus programas políticos.

https://drive.google.com/file/d/0B9wSgViWVAfzUEgzMlBfR3UxNDg/view

jueves, 18 de mayo de 2017

Si la izquierda no abre el debate, habrá que forzarlos a hacerlo.



Vengo discutiendo con Andres Arnone sobre lo que para mí, un militante trotkysta de la causa ambiental, es clave. La urgencia de la toma del poder no para dignificar la vida humana, sino para salvar la vida en la tierra. Este señor no solo cree que su sola visión de la cuestión es de por sí irrebatible , sino que cree fervientemente que tiene legitimidad adquirida en cualquier asunto por ser parte de un partido (PTS) que hoy es ostensiblemente visible en el escenario político argentino. Sin embargo, en este video confiesa que en este 2017 recién se enteran, encima por obra y gracia de un tarifazo de la luz, de la existencia de semejante problema ecológico y de la posibilidad del colapso civilizatorio. Lo que quiere decir que implícitamente niegan variables importantes en sus caracterizaciones programáticas.  No está mal que se enteren, obviamente, pero de ahí a cerrar el debate y no aceptar críticas es de una caradurez supina. Ellos mismos como partido demuestran un grado de ignorancia y sectarismo indiscutible, que los coloca fuera del accionar necesario para semejante amenaza de extinción masiva que nos aqueja. Debemos acorralar a estos pornstar de la vanguardia, para que cedan y actúen en consonancia con lo que la realidad les vocifera.




martes, 16 de mayo de 2017

Más que marchar, hay que convocar a luchar contra el ecocidio!!!

Por un lado, llamar a marchar por una cuestión ambiental es positivo en el actual estado de las "demandas" sociales, las cuales cada vez más se vienen reduciendo a cuestiones bien puntuales del  bienestar humano. Pero por otro, una marcha que plantee consignas que supuestamente solucionarían de fondo el problema ecológico sin llamar antes a ningún congreso de militantes, activistas y cualquier ser humano preocupado por el futuro inmediato de nuestro planeta,  es sencillamente de necios. Que lo haga una ONG como Greempeace, se entendería por su estrategia política consabida, la de confiar en la civilización occidental de que puede solucionar sus contradicciones. Los que nos llamamos revolucionarios, en cambio, entendemos que la única vía posible de encontrar la forma de vivir sustentablemente es a través de una revolución violenta que acabe con las clases sociales y sus lógicas de reproducción, principales protagonistas del "ecocidio" planetario.  En ese sentido, el trabajo que tenemos frente a nosotros no puede quedarse en el limbo de las ideas, pero tampoco en los deseos de algunas vanguardias pequeñoburguesas. Se requiere la más amplia participación, desde expertos, activistas, trabajadores, excluidos,  mujeres, niños, en fin, de toda la humanidad que quiera salvar la especie. Las marchas, aunque necesarias, se vuelven obsoletas por la confianza y el tiempo que se deposita en las masas; nuestra tarea es alertarla, convocarla lo antes posible para organizarse para los duros tiempos que nos aguardan. Si realmente consideramos que estamos en un "ecocidio" como lo afirma el diario del PTS, entonces, apliquemos coherencia.

http://www.laizquierdadiario.com/Necochea-tambien-marcha-contra-Monsanto

lunes, 15 de mayo de 2017

Ecosocialismo, cambio climático y crisis civilizatoria. Entrevista a Michael Lowy

"Sin duda muchos grupos de la izquierda anticapitalista están lejos aún de haber integrado, de manera decisiva, la cuestión ecológica en su concepción del socialismo y de la revolución. Es nuestra tarea convencerlos, pacientemente, en una discusión fraternal. Pero quizás más que nuestros argumentos, serán los hechos, cada vez más graves en los próximos años, los que harán cambiar sus ideas". Michael Lowy

domingo, 14 de mayo de 2017

El colapso y el desafío de la izquierda.



La adicción a la energía de estas sociedades modernas es un gran problema para la izquierda. 
La colonización mental no es solo para los inconscientes, sino también para los cuadros de la izquierda, los cuales creen  más en los poderes del capitalismo que los propios capitalistas.

A la izquierda hay que explicarle que el flujo de energía disponible empieza a disminuir, y la energía limpia no tiene tiempo para contrarrestar semejante demanda. Eso es el COLAPSO. De ahí arrancan todos los problemas venideros. Pero como bien lo dice Lodeiro, si no partimos del mismo diagnóstico, no tenemos chances de enfrentar el futuro de una manera inteligente.

viernes, 12 de mayo de 2017

Alguien tendrá que mantener a la Vaca Muerta

El fracking (fractura hidráulica) en Vaca Muerta significará una de las mayores destrucciones del territorio y de las poblaciones que se hayan visto en la región, así como uno los focos contaminantes más importantes para el planeta, desde la extracción hasta el inmenso costo energético que implica su producción. Y lo que es peor, que su puesta en marcha acelerada significará que la sociedad del consumo no detiene se marcha.








Si estas son las alternativas de la izquierda para enfrentar al cambio climático, vayamos cavando nuestra tumba como especie.

Pensar que una lucha contra los efectos del cambio climático se dará simple y llanamente a través del eslogan del control obrero sobre las fuentes de energía es no entender a cabalidad el problema. Todos estos referentes del arco político de izquierda no toman en serio lo que dicen, expresan ignorancia sobre un asunto tan delicado como este (uno de ellos confiesa que hace unos meses se pusieron a leer algo del tema). Todos estos dirigentes no toman variables para su análisis, simplemente repiten a coro consignas comodines del marxismo porque no tienen ni idea por dónde viene la mano. Por un citar un ejemplo, no toman la variable del aumento demográfico que en las próximas décadas superarán los diez mil millones de habitantes en en planeta, los cuales querrán obtener un mínimo de confort que ofrece la sociedad capitalista. Ysi a eso le sumamos que esta generación seguirá queriendo mantener ciertas tecnologías, ciertas mercancías, ciertos modos de circulación y ciertos modos de alimentación, la pelea no es entonces por el control obrero de las fuentes de energía, sino que es un lucha total contra un colapso civilizatorio inminente. Los obreros en el poder también tendrán el mismo drama, desacelerar totalmente nuestras sociedades.

Esperemos que los muchachos de la izquierda se calcen los botines y salgan a la cancha de una vez y empiecen a debatir en serio sobre el tema, así podemos ver consecuentes programas políticos que se ajusten a la ya evidente llegada del colapso, categoría que empieza a reconocerse implícitamente en todos los sectores, incluso la izquierda.

http://www.opsur.org.ar/blog/2017/03/09/serie-de-videominutos-alternativas-para-la-soberania-energetica/

El peligro de las centrales nucleares y la política insuficiente de la izquierda

El artículo de Izquierda Diario (Partido de los Trabajadores Socialista -PTS) plantea la preocupación por el proyecto del gobierno macrista de invertir en la producción de energía nuclear. Preocupación que compartimos todos los que tenemos conciencia de que estos proyectos en manos lucrativas son bombas de tiempo.


Pero uno no termina de entender ciertas posiciones que toman estos partidos que se proclaman revolucionarios, cuando en su propio artículo reconocen la gravedad del problema ambiental y energético y las raíces del mismo, pero terminan concluyendo que hay esperanzas que futuros avances tecnológicos superen  este estadio de fin de ciclo depredador. Ninguna tecnología podrá sostener una sociedad tal como la conocemos, salvo que encuentren otro planeta donde seguir contaminando y destruyendo el ecosistema. El articulista sueña:



Con esto no descartamos que las investigaciones futuras puedan llevar algún día a resultados superiores a los de las tecnologías actuales, sin estas contradicciones y peligros evidentes, 



cuando incluso remata en el mismo párrafo que el futuro nos prepara muchos potenciales Chernobyl: 



con naturalizar la comercialización masiva de un sistema de generación energética con problemas sin resolver, con costos ambientales para obtener el combustible, gestionar eternamente los residuos o aceptar el riesgo de vivir con cáncer como los trabajadores afectados por las centrales accidentadas de Chernobyl o Fukushima.



Por otro lado, el artículo cita a Marx en varias oportunidades para argumentar una posición de izquierda sobre el asunto, pero lamentablemente el texto no se anima a hablar de socialismo en forma clara y contundente. En ningún lugar se habla de la urgencia de la toma del poder. Peor aún, escamotea con el plan de acción coherente con semejante amenaza, y aboga por la vieja y hoy obsoleta consigna de solo abolir la megaminería, como si nos dijeran que las minas sin el "mega" se convertirían en atiimperialistas y, por ende, estarían a favor del pueblo trabajador. Nada más infantil, cuando es el mismo artículo el que advierte de que si algo sale mal no contamos el cuento y menos eso de que vamos a hacer la revolución. No hay que abolir la megaminería, hay que abolir toda minería y toda producción basada en energía proveniente de los fósiles, algo que no se animan a levantar porque implicaría hablar de lo que no quieren y no aceptan, que es que estamos en un momento histórico en el que hay que liquidar -antes que la naturaleza lo haga-a toda esta civilización del consumo. Lo que implicaría una reconversión total y gigantesca de la humanidad y de problemas de magnitudes inimaginables. Pero es lo que un partido revolucionario debería hacer, a pesar del inmenso tsunami de críticas y discusiones que eso implique. Negar el problema, desviarlo de su cauce solo por táctica del momento, no es hacer teoría revolucionaria, es colaboracionismo con la extinción de la especie. 



Si el articulista junto con su partido creen verdaderamente en la cita de Marx que cierra su texto, entonces, debería verse un llamado urgente de resucitar a la naturaleza y no  hacerla esperar más tiempo para que las "condiciones" objetivas y subjetivas se alineen en el tiempo y el espacio de un grupo iluminado. La central atómica seguramente se construirá y la contaminación seguramente empeorará, pero la izquierda revolucionaria -si no da un volantazo- terminará en la historia como un triste átomo partido al medio por la propia tecnología descontrolada que no supo destruir. 


http://www.laizquierdadiario.com/Patagonia-Macri-gastara-14-mil-millones-de-dolares-en-nuevas-centrales-nucleares?utm_content=buffer3b039&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer

martes, 9 de mayo de 2017

El salmón como bomba


Chile tiene un mar no apto para la vida de salmones; sin embargo, el capitalismo se encarga de hacer lo imposible para seguir lucrando. Los salmones son inyectados con antibióticos para sobrevivir a las miles de enfermedades que adquieren en las aguas chilenas; Están dinamitando el porvenir, no solo están vendiendo pescado tóxico, sino que están aumentando exponencialmente la resistencia bacteriana. Dentro de poco, cualquier gripe será incurable y mortal.

https://vimeo.com/63398928

La lucha por el oro transparente

¿Algún partido internacionalista, alguna vez, tomará estos asuntos como puntales estratégicos?

http://www.cubadebate.cu/noticias/2017/03/22/unicef-alerta-que-600-millones-de-ninos-viviran-con-severa-escasez-de-agua-en-2040/#.WRJ8luXhCyJ

Los límites de la demografía planetaria

Si tuviéramos una bomba en casa y se encendiera su mecha, los cálculos lógicos deberían concluir que tendríamos que apagarla antes que llegue a la dinamita. Caso contrario volaría la casa con todos adentro. Bien, esa es la metáfora más actualizada que se puede llegar a tener sobre lo que debe ser una revolución en el siglo XXI,y se la debemos a Walter Benjamin. Hay que interrumpir el avance del progreso capitalista lo antes posible. No nos queda mucho tiempo. Para muchos teóricos marxistas contemporáneos, la mecha es larga todavía, pero dicha distancia solo es medida a través del deseo y sin consistencia científica que lo sostenga. En este libro (hay muchos más) sobran las estadísticas para replantear ese cuánto nos queda para hacer la revolución. El cambio climático (ya innegable), la superpoblación, la problemática del agua y la imposibilidad de mantener estable una civilización hacen que hoy la premisa que más debiera influir en las capas políticas de toda la humanidad es la extinción de las clases sociales de una manera urgente y sin contemplaciones. Muchos marxistas creyeron religiosamente que la burguesía caminaría inexorablemente hacia el cadalso a raíz de las contradicciones en las que incurría con su sistema social y que el proletariado sería quien los terminaría ejecutando; pero esa era una de las posibilidades teóricas que desperdiciamos en el siglo pasado. La otra era que la misma burguesía se aniquilara, pero con ellos también el proletariado. La consigna Revolución o Barbarie si bien fue correcta, tampoco sirve para explicar la actual coyuntura histórica, porque la barbarie no implica necesariamente lo que nos deparará en lo que queda del siglo, que no es otra que la extinción, la muerte total.


Angelus Novus de Paul Klee

Esta pintura (Angelus Novus de Paul Klee), desde que la descubrió Walter Benjamin, siempre estuvo colgada en los lugares donde vivió. El cuadro remite a una leyenda talmúdica, que en definitiva fue lo que inspiró a su teoría del "ángel de la historia". Siendo yo un ateo confeso, pero materialista histórico al fin, no puedo no reivindicar la idea benjaminiana de que el progreso es un camino a la catástrofe. La tesis de la historia de Walter Benjamin, aún siendo de tinte mesiánica, no se ha apartado ni un centímetro del materialismo histórico. Por tanto, es correcta. Nuestra historia humana va camino a la destrucción. Reproduzcamos su tesis IX:
" En el cuadro se muestra a un ángel que parece a punto de alejarse de algo que le tiene paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irremediablemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso".


La música clásica y el ecologismo

Ludovico, además de gran músico, tiene una conciencia ecológica. Salvar el ártico, quizás ya sea imposible, pero por lo menos el viejo virtuoso del piano ha aportado su granito de arena para la toma de conciencia. La izquierda anticapitalista debería escuchar un poquito de su música así se entera del problema y empieza a discutir.



Georg Kaiser, el teatro y la contaminación




Georg Kaiser había escrito esta obra dramática en función de la renovación moral del hombre, aniquilada por la carrera armamentística de la primera guerra mundial. Precursor del teatro de Brecht, la crítica social y la búsqueda del nacimiento del nuevo hombre en Kaiser era un fin en sí mismo. Obviamente, nunca nació semejante espécimen a lo largo de la historia sino que se siguió aniquilando la psicología de la clase obrera. Kaiser se equivocaba cuando planteaba desde la ficción la salida pacifista, cuando lo que urgía en aquellos tiempos históricos era la revolución violenta contra el capitalismo mundial, cuando la coyuntura "natural" todavía lo permitía. El autor alemán, de alguna forma, intuía por lo menos el posible escenario del futuro de las luchas. No sería la barbarie, único concepto erigido por el marxismo, sino la muerte de la humanidad. En la obra la fábrica trabaja incansablemente al ritmo de producción de un grupo de obreros organizados en una suerte de socialismo utópico. Fabrican GAS. Este gas alimenta la tecnología de absolutamente todas las máquinas del mundo por lo que la misma economía mundial depende del mismo. Esto plantea una realidad, que en el hipotético caso que la revolución triunfe, la transición será dar continuidad al desarrollo de las fuerzas productivas, porque nada se hizo ni se está haciendo para cambiar la lógica de la civilización. La obra continúa con la temida catástrofe. Un día la presión del gas comienza a aumentar descontroladamente. La fórmula del gas "se aparta de todo cálculo posible y vive independientemente". Es inminente que ocurra una gran catástrofe. La fábrica explota. Mueren miles de operarios. Como los cabezones obreros tienen el poder en ese mundo ficcional, deciden reconstruir la fábrica y arriesgarse de nuevo para poner en funcionamiento la vida, tal como la conocieron, porque en sus cabezas no tienen otros ojos que los de sus viejos patrones y sus proyecciones. Vuelve a explotar todo de nuevo. Y por si le faltaba más condimentos a la obra, el gobierno también presiona en volver a intentarlo, porque los tiempos de guerra nunca terminaron (ni terminarán) y hay que fabricar armas al rolete, y de nuevo a la fábrica, y de nuevo al gas, y de nuevo a reventar todo. Explosión por tercera ves. 
Kaiser era un adelantado para su época, ya alertaba que hasta el socialismo estaba en una encrucijada. EL calentamiento global todavía no aparecía a comienzos del siglo pasado, pero Kaiser lo pronosticaba simbólicamente. No me quedan dudas que el "nuevo hombre" que muchos socialistas han levantado como consigna es válida, pero solo nacerá si nos queda algo de tierra, agua, alimento y sangre en las venas.

China, ¿nuevo imperio?

A muchos teóricos marxistas les convendría reflotar la idea de que las economías emergentes como la de China alcanzarán la hegemonía global, porque implicaría suponer que el enemigo imperial no desaparecería, así como las condiciones materiales y subjetivas de la lucha. Dicho de otra forma, supondría poner al socialismo como posibilidad remota, suspendida en el tiempo, a la espera del zarpazo. Pero la realidad es más cruel y más determinante que los deseos teóricos. El éxito de China se debe a su modelo exportador, sustentado por su carbón, fuente de energía por excelencia en dicho país. El problema es que el pico de carbón en China llegará en diez o veinte años (ahora mismo un pozo de carbón llega ya al kilómetro de profundidad) a su máximo y no le quedará otra que pasarse a las energías "limpias" con su obvia pérdida energética, o a aliarse a los pozos petroleros del mundo. En fin, tanto China como Rusia y ni que hablar de EE.UU. o el país que le quieras poner como "dueño de la hegemonía", todos estarán reducidos a polvo. No tendrán guita suficiente ni para seguir industrializando ni para mantener un ejército planetario. Es decir, las luchas en el futuro serán faccionales.

La descomposición social afecta a todas las clases sociales y a todas las "conciencias"

He leído por ahí y me lo han remarcado en más de una oportunidad, que todo pensamiento de izquierda que plantee un inminente colapso del capitalismo o una posible extinción humana es nada menos que un rasgo de la "descomposición" que supuestamente habríamos adquirido por una elevación de nuestros "egos" frente a los planteos más "terrenales" y "serios" del discurso izquierdista tradicional y legitimado. Bien. No me molesta que estos pibes me insinuen que soy un descompuesto, pero sí me rompe las bolas que no son capaces de rebatir una sola idea sobre lo que se les critica. No lo hacen porque no saben cómo hacerlo. Porque el mundo se les está cayendo frente a sus ojos pero se han acostumbrado a la miseria, y no creen que el fondo todavía esté más abajo. Es imposible que la izquierda no esté enterada que el capitalismo se muere, que sangra por la herida. Tampoco se dio por enterado quién lo hizo, porque no fue el proletariado, que solo le ha dado un par de trompadas a lo largo de su historia, sino los límites de la biosfera. Lo único que se animan a caracterizar es que hay una "bancarrota" y eso es retacear el programa necesario para enfrentar lo que se viene. Dale, seguí llamándome "descompuesto", "delirante", "loco", si es que eso te sirve para llevar adelante el duelo, el duelo de que el mundo que tenés ya es historia en un par de décadas, y los sabés muy bien. Si querés, date una vuelta por este blog y pasa a la otra etapa del duelo, la aceptación del problema real.

La descomposición social afecta a todas las clases sociales y todas las "conciencias".


He leído por ahí y me lo han remarcado en más de una oportunidad, que todo pensamiento de izquierda que plantee un inminente colapso del capitalismo o una posible extinción humana es nada menos que un rasgo de la "descomposición" que supuestamente habríamos adquirido por una elevación de nuestros "egos" frente a los planteos más "terrenales" y "serios" del discurso izquierdista traciodional y legitimado. Bien. No me molesta que estos pibes me insinuen que soy un descompuesto, pero sí me rompe las bolas que no son capaces de rebatir una sola idea sobre lo que se les critica. No lo hacen porque no saben cómo hacerlo. Porque el mundo se les está cayendo frente a sus ojos pero se han acostumbrado a la miseria, y no creen que el fondo todavía esté más abajo. Es imposible que la izquierda no esté enterada que el capitalismo se muere, que sangra por la herida. Tampoco se dio por enterado quién lo hizo, porque no fue el proletariado, que solo le ha dado un par de trompadas a lo largo de su historia, sino los límites de la biosfera. Lo único que se animan a caracterizar es que hay una "bancarrota" y eso es retacear el programa necesario para enfrentar lo que se viene. Dale, seguí llamándome "descompuesto", "delirante", "loco", si es que eso te sirve para llevar adelante el duelo, el duelo de que el mundo que tenés ya es historia en un par de décadas, y los sabés muy bien. Si querés, date una vuelta por este blog y pasa a la otra etapa del duelo, la aceptación del problema real.