La madre
naturaleza no puede corromperse nunca, es impoluta. Aunque la sometan a los más
crueles tratos, a pesar de que observe estupefacta como de un magnífico sistema
cosmológico surgen actos increíblemente irracionales de seres vivos racionales
(la capacidad, la tienen), aunque sienta el dolor de que no la aman y la tomen
como un mero soporte para la vida de los demás, ella, la madre naturaleza,
sigue su marcha con total fidelidad a sus principios universales, de generar
las condiciones para la vida y la armonía, tapando agujeros, parchando los
daños de otros, buscando siempre que todo no se desmadre, porque ella también
necesita vivir.
Hasta ahora
la tierra ha venido dándonos infinidad de oportunidades para vivir en
consonancia con los presupuestos ecológicos, sin embargo, en estos dos últimos
siglos estamos gastando todos los cartuchos en balearla por todos sus costados,
y la madre tierra se desangra.
Son los
humanos los que se funden en la corrosión del tiempo y sus decisiones
políticas, los que adelantan su muerte y la de los otros. Son los hombres los
que han creado a todo tipo de dioses y que adoran todo tipo de aberraciones con
sus pensamientos religiosos cada vez más decadentes. Esa es nuestra historia y la de esta
impresionante película de Darren Aronofky , una
brutal poética de la historia de la humanidad, como la del soporte
heroico de la Madre tierra. Una muestra artística de lo que será la barbarie
apenas nuestra madre así lo disponga. Amén.
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