domingo, 2 de mayo de 2021

El colapso del socialismo real es un botón de muestra de lo que será el colapso de la modernidad capitalista

 


El 23 de octubre de 1989, dos semanas antes de la caída del Muro de Berlín, la revista prestigiosa Der Spiegel describía en vivo lo que sería el colapso total del “socialismo real”. En esa descripción se puede observar el peligro real de que el colapso civilizatorio una vez superado un umbral (en el caso del socialismo real era su improductividad y su no salida de las reglas de juego capitalistas) puede acelerarse catastróficamente. Y lo más peligroso, que de  darse un colapso capitalista dicho fenómeno será global y no tendremos la ayuda de nadie como sí la tuvo el “socialismo real” en su momento para su reconstrucción. Pensemos en los hechos reales descriptos en este fragmento de la revista y extrapolemos el problema a la actualidad. ¿Se imaginan un Estado en el que sin aviso y en su intento de pilotear la nave para que no se estrelle tuviera que verse con el corte profundo de suministros? Lo más dramático sería que no estemos preparados para enfrentar un escenario como ese. Las posibilidades son numerosas, por eso habría que ir pensando en aprender todo lo que más se pueda para colaborar con otros a producir recursos para reorganizarnos cuando el momento llegue. Saber cultivar orgánicamente, aprender oficios, aprender a cocinar de distintas formas, aprender los valores nutritivos de los alimento así como a conservarlos;  aprender sobre la biología y la naturaleza, sobre los valores de convivencia, todos esos conocimientos serán de vida o muerte en el futuro próximo. Aunque para muchos esto parezca una estupidez alarmista, así también les pareció a más de uno con el caso de la URSS. La caída del muro fue la antesala de lo que será la caída del capitalismo global y estamos avisados. 

Aquí el fragmento de Spiegel:

“Tras casi un lustro de Perestroika, el estado del abastecimiento en la Unión Soviética es más oscuro y amenazante que nunca después del fin de la guerra. En algunos lugares se declaró el colapso hacia el mediodía -también en la capital-. Allí, en áreas recientemente construidas, con muchos infantes y niños en edad escolar, ya no alcanza la leche. Frente a góndolas refrigeradas, amenazadoras como tanques o silenciadas por defectuosas, se amontonan de a cientos los clientes con expectativa quejumbrosa, que esperan que les sean aventadas sin amor un par de salchichas. En las farmacias faltan medicamentos elementales, en los hospitales se agotan las vendas y las jeringas. Azúcar, jabón, detergente, están racionados en casi todos lados, en grandes áreas también faltan la manteca, la carne y el queso. En Petrovsk, Saratow, hay azúcar solo en un negocio, los clientes pasan medio día esperando en la fila.  En el territorio de Kurang en Siberia no hubo azúcar durante un cuarto de año, luego 250 gramos para cada uno. Las botas y los sacos de invierno, la electrónica para el entretenimiento, bienes de uso de calidad, como muebles o alfombras desaparecieron de los negocios hace tiempo. Para mantener tranquilos a sus trabajadores, las empresas y sus administradores firman contratos exclusivos con los  proveedores estatales y obtienen una cantidad reducida de productos, que luego se cambian por cupones entre colegas selectos. En el mercado negro, un cupón para un televisor color portátil corresponde a un salario mensual promedio, para amoblar una sala de estar, diez veces eso”.


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