lunes, 13 de agosto de 2018

Los marxistas deben separar entre ecologismo y ecología de manera urgente



Comúnmente suele confundirse “medio ambiente” y “ecologismo” y, en el peor de los casos, ambos términos con el de “ecología”. Precisemos. El ecologismo es el activismo con el objetivo establecido de mejorar el medio ambiente. Lo cual se traduce en programas de educación pública, de apoyo, legislación y tratados. Mientras que la Ecología es una ciencia, un estudio científico de la relación entre los organismos y su medio ambiente.
Para testificar de la larga historia del término (no se puede alegar ignorancia solamente) traigo a colación la primera referencia explícita de la palabra “ecología”, la cual data de 1866 cuando el zoólogo alemán Ernst Haeckel, luego de leer a Darwin, escribió:
“Entendemos por ecología el cuerpo del conocimiento referido a la economía de la naturaleza, la investigación de las relaciones totales del animal tanto a nivel inorgánico como orgánico. Incluye sobre todo, sus relaciones amistosas y no amistosas con aquellos animales y plantas con los cuales entra en contacto directa o indirectamente, en una palabra, la Ecología es el estudio de aquellas relaciones complejas a las que se refería Darwin como condiciones de lucha por la existencia”.
Según vemos en Haeckel, la lucha por la existencia (teoría de la selección natural) es la piedra angular de la ciencia de la ecología. Provee un mecanismo que permite que el estudio de la ecología vaya más allá de las descripciones de la historia natural y examina los procesos que controlan la distribución y la abundancia de organismos.
Dicho esto, ¿qué espera el marxismo contemporáneo en todas sus variantes e intérpretes en incorporar dicha ciencia en la reelaboración de sus programas políticos? Es incongruente que la política marxista (de las demás corrientes se puede llegar a entender su interesado reduccionismo) solo privilegie a la economía, la sociología, la psicología y la filosofía, en desmedro de una de las ciencias más importantes y estructurales de la existencia, la ecología. Es obsceno que hablemos de las tasas de interés y la proporcionalidad de los ajustes del sistema sin mirar las limitaciones ecológicas que nos plantean el estado actual de nuestra biosfera. El marxismo debe ser superado, no hay dudas de ello. Una abordaje comprometido de nuestros problemas no puede  solo reducirse el análisis  y propuesta de acción sobre la mera  cuestión económica de la lucha de clases. Debe sumarle nuevas aristas que replanteen tanto la cuestión organizativa para la lucha como el tipo de propaganda y preparación para el futuro inminente. Y es  la Ecología a la que deberemos recurrir principalmente para plantear consignas que sean consistentes con lo que el socialismo pretende, que no es otra que lograr sobrevivir a esta gran colapso, sin que ello signifique renegar de la sepultura de la burguesía y su sociedad de consumo.
 



lunes, 6 de agosto de 2018

La conciencia es un proceso complejo pero que depende de formas simples de vida que no están siendo atendidas

La humanidad imprime su huella en el mundo natural y lo transforma, pero lo que muchos se olvidan o no quieren aceptar, incluso un sector amplio de la izquierda anticapitalista, es que también la naturaleza imprime su huella en el mundo humano y lo transforma:
«.. el capullo desaparece al abrirse la flor, y podría decirse que aquél es refutado por ésta; del mismo modo que el fruto hace aparecer la flor como un falso ser allí de la planta, mostrándose como la verdad de ésta en vez de aquélla. Estas formas no sólo se distinguen entre sí, sino que se eliminan las unas a las otras como incompatibles. Pero, en su fluir, constituyen al mismo tiempo otros tantos momentos de una unidad orgánica en la que lelos de contradecirse son todos igualmente necesarios, y esta igual necesidad es cabalmente lo que constituye la vida del todo.» Prólogo de Fenomenología del Espíritu.
Es evidente que la naturaleza biológica tiende transformarse en naturaleza humana consciente, es decir, existe ya la subjetividad en forma latente en los niveles orgánico e inorgánico de la realidad que revela un empeño hacia la conciencia; pero es falso que los humanos seamos superiores al resto de la naturaleza, lo cual debe hacernos replantear los marcos del "dominio" impuestos desde distintas variantes políticas que van de derecha a izquierda. En realidad, aunque seamos un grupo de organismos muy complejo y subjetivo, somos en realidad más dependientes del fitoplacton de los océanos -formas muy simples de vida-, que nos proporciona gran parte del oxígeno atmosférico, que el fitoplacton de nosotros.
Con todos los cambios, desequilibrios, pérdida de diversidad y daños en la naturaleza, todavía hay los que andan diciendo que los programas políticos de cien años atrás todavía no deben cambiar un ápice.

sábado, 4 de agosto de 2018

La leyenda de Ragnarok y su visión ecológica

La leyenda de Ragnarok pertenece a la cosmogonía nórdica y es una de las profecías que más se acercan al sentido de la desintegración social y que más proyectan una visión ecologista de la vida. La leyenda describe una época en la que los seres tenían ámbitos propios: los dioses ocupaban una región celestial, y los hombres vivían en la tierra debajo de la cual yacía el oscuro y helado territorio de gigantes, los enanos y los muertos. Estas regiones estaban conectadas entre sí a través de un fresno, llamado el Árbol del mundo, cuyas altas ramas llegaban al cielo, y cuyas raíces llegaban a las más hondas profundidades de la tierra. Y aunque este árbol iba siendo devorado constantemente por los animales, permanecía siempre verde, revitalizado. Los dioses, quienes habían diseñado este mundo, gobernaban en un precario estado de tranquilidad. Pero el orden mundial de estos dioses se quebró cuando éstos se descubrieron sedientos de riqueza. Torturaron a la bruja Guelveig (creadora del oro) para obligarla a que revelara sus secretos. La discordia entre los dioses y los hombres pronto se hizo presente. los primeros comenzaron a romper sus juramentos; la corrupción, la traición, la inquina y la ambición comenzaron a dominar el mundo. Con esta ruptura la unidad primigenia estaba condenada. Con la violación del equilibrio, la batalla final, donde todos los contendientes, incluido los dioses perecerían (esto significa Ragnarok). Nada habría de subsistir excepto las piedras desnudas y los océanos. A pesar de esta desintegración total, el mundo habría de resucitar, habría de ser purgado de sus tempranos males y de la corrupción que lo había destruido. 
Mucho más tarde supimos que los vikingos en sus incursiones guerreras en Europa empezaron a contaminar la sacralidad nórdica. La codicia de riqueza dividió primero a las familias. Luego las jerarquías erigidas sobre la valentía se vieron corrompidas por un sistema de privilegios basados en la posesión material. Así los clanes y las tribus se fueron separando y los juramentos entre los hombres fueron rotos al por mayor. El comercio logró que los vikingos no solo se mataran entre ellos sino que dieron inicio a la tala de aquel Árbol del mundo. 
Los nórdicos creían que primero se debía prender fuego todo este mundo para regenerarlo, que el próximo aprendería de los errores del anterior. Ya en el siglo XXI (han pasado varios años de la aparición de la leyenda en las Eddas que data de 1000 D.C) ya sin vikingos, seguimos su camino de reventar el Árbol del mundo, prendiendo fuego todo y matándonos entre sí más que nunca y como si fuera poco, adoramos a un nuevo dios, al capital. Como las tendencias destructivas y reconstructivas del mundo están demasiado distanciadas una de otras como para dar lugar a una reconciliación, las expectativas de la mitología nórdica de regenerar el mundo están más que muertas. Más que nunca este mundo solicita un mito de la adaptación al desastre, que nos ilusione con lo que nos queda de ese Árbol del mundo, para surfear las inmensas olas que nos prepara la barbarie capitalista.

miércoles, 25 de julio de 2018

Que el marxismo se haga cargo del aumento de la temperatura


Ya no solo tendremos que tener una política contra la burguesía, ya debemos tener una política contra el umbral de no retorno. Mientras sigamos creyendo que estamos peleando contra un solo enemigo, hay uno más poderoso que está a punto de desatar todo su poderío sobre nuestras cabezas y contra el cual no estamos oponiendo ninguna resistencia: la reacción de la naturaleza.

Lugares como Finlandia están llegando a temperaturas de 33 ° C, lo que significa que el ártico está en peligro de ser trastocada en lo inmediato y puede acelerar los procesos de desequilibrio ambiental en magnitudes impredecibles.

Si el marxismo solo sirve para denunciar la explotación y enseñar hasta el hartazgo (y encima antipedagógicamente) conceptos teóricos de implicancia política, cultural y económica y nada más, también se estaría volviendo inútil para ralentizar esta tragedia. ¿Cuál es la política que se está construyendo desde el marxismo para este punto crucial de la historia humana, el umbral de no retorno? ...

Y cuando hablo de marxismo, no me refiero a escritores marxistas, porque hay varios que hace tiempo vienen trabajando sobre el tema, sino a las organizaciones y partidos que se autoproclaman marxistas y que en vez de proponer debates internos sobre tan importante asunto y posibilitar la incorporación de consignas que den cuenta de su conciencia sobre la problemática, se esconden en la chicana y en el ninguneo.

http://www.elmundo.es/internacional/2018/07/20/5b51b38022601dc97a8b4609.html

lunes, 23 de julio de 2018

El minusválido "aporte" deTrotsky a la lucha ecológica.





Dentro del marxismo, el trotskismo no ha sumado casi en nada al debate sobre los límites de la biosfera, porque sus mentores y defensores se creen superiores a la naturaleza y claramente tienen una idea de dominación no muy diferente a los pensadores capitalistas. El marxismo deberá ser ecosocialista o no ser nada.

Este era el pensamiento de Trotsky en 1923 sobre la cuestión ambiental: "El emplazamiento actual de las montañas, ríos, campos y prados, estepas, bosques y orillas no puede ser considerado definitivo. El hombre ha realizado ya ciertos cambios no carentes de importancia sobre el mapa de la Naturaleza; simples ejercicios de estudiante en comparación con lo que ocurrirá. La fe sólo podía prometer desplazar montañas; la técnica, que no admite nada “por fe”, las abatirá y las desplazará en la realidad. Hasta ahora no lo ha hecho más que por objetivos comerciales o industriales (minas y túneles); en el futuro lo hará en una escala incomparablemente mayor, conforme a planes productivos y artísticos amplios. El hombre hará un nuevo inventario de montañas y ríos. Enmendará rigurosamente y en más de una ocasión a la Naturaleza. Remodelará en ocasiones la tierra a su gusto. No tenemos ningún motivo para temer que su gusto sea malo. (…) El hombre socialista dominará la naturaleza entera (...) por medio de la máquina. Designará los lugares en los que las montañas deben ser abatidas, cambiará el curso de los ríos y abarcará los océanos", 
Es decir, como se lee arriba, una idea bastante fetichista del dominio de la naturaleza, lo que lo emparenta con el actual dominio del capitalismo. 

Aquí un artículo de Daniel Tanuro sobre este legado polémico del fundador del ejército rojo, al que hay que poner en su justo lugar: 

http://vientosur.info/spip.php?article14031

sábado, 24 de marzo de 2018

Soylent Green o cuando el colapso nos alcance



Cuando el destino nos alcance es una película que representa con criteriosa exactitud lo que nos depara el destino de la humanidad. Si se considera el año de la publicación de la novela de Harrison, la cual es la base literaria de la película, 1966, con muchos años de antelación se advertía lo imparable: el colapso. Mujeres que formaban parte del mueblario de las casas (neoprostitutas), aumento descontrolado de la natalidad, hambrunas inimaginables, casas de "autoexterminio", falta de energía y, por sobre todo, una sociedad agotada mental y físicamente  para luchar por algo que no sea un poco de agua y una ración mínima de comida para seguir respirando al ras del suelo.



Si somos objetivos, sabemos que ese destino nos está a punto de alcanzar. Ese destino es el colapso de todo un entramado cimentado por siglos de construcción y cuando algo así no puede encontrar sus pilares de forma rápida, hasta el ruido de su caída provocará la muerte de millones. El marxismo debe analizar profundamente este escenario que empieza a gestarse ya en algunos lugares del mundo (paises africanos, Siria, India, Haití, etc) y que sirven para elaborar programas políticos adecuados a las  exigencias que pide la superación de un umbral . Incluso el marxismo en algún momento de la caída abrupta de la civilización deberá tener hasta una política para la antropofagia. 



Mientras la política anticapitalista especule con la llegada de ese "destino" más contribuye a acelerar ese encuentro fatídico, al continuar accionando erradamente frente al problema. Hay que ser claros con esto, no existe forma alguna de evitar lo inevitable, de contradecir las leyes de la termodinámica y de la física, de retroceder el tiempo y sus consecuencias en la materialidad,  pero si podemos dar vuelta las leyes sociales, las que no tendrán más remedio que ajustarse imperativamente a las urgencias del planeta y no al revés. El marxismo deberá poner toda la carne en el asador y arriesgarse como nunca lo ha hecho desde Marx o solo nos quedará comernos unos a otros frente a la mirada absorta de un futuro Charlton Heston.








domingo, 11 de marzo de 2018

Los revolucionarios del mundo deben con urgencia desmitificar a Lenin y a Trotsky

Gran testimonio de uno de los primeros antiestalinistas que además de correr por izquierda al propio Trotsky se le plantó de frente al mito de Lenin y su genialidad de teórico y estratega. Ante Ciliga nos había advertido de los problemas serios de la llamada estrategia soviética para la construcción del socialismo. Ella desde sus inicios con Lenin a la cabeza, ya había sembrado la semilla de la burocracia del partido. Quien no entienda estas contradicciones en la revolución rusa e intente superarla no hará otra cosa que cometer los mismos errores del pasado. No es suficiente con denunciar a la burguesía de sus responsabilidades, no es suficiente tomar el poder cuando dentro de nuestras concepciones políticas están de antemano contaminadas por una idea falsa del socialismo.

Leer la obra aquí: http://marxismo.school/files/2017/09/Ciliga.pdf

sábado, 3 de marzo de 2018

No peleamos solo contra la burguesía, peleamos también contra nosotros mismos.


En esta sociedad compleja y en proceso de descomposición, los individuos (las clases sociales por extensión) sufren también niveles de degradación inimaginables al sentido común. La sumisión de las masas es posiblemente la tragedia más grande en términos sociales que haya provocado el capitalismo. Quizás habrá que seguir investigando y estudiándose el nivel de fragilidad humana, si es que pretendemos comprender a cabalidad todos los factores que intervienen en nuestras derrotas políticas como clase explotada. 

The Push es un programa recientemente estrenado en Netflix que documenta audiovisualmente uno de los experimentos sociológicos más perturbadores que hayamos visto en la televisión. Derren Brown , mentalista que dirige el proyecto y el programa, demuestra que todos los humanos somos más ovejitas de lo que creemos. En determinados contextos de presión e impresión de acorralamiento, el individuo termina haciendo lo que los demás hacen, siguen la corriente. El experimento de Brown es desgarrador. Individuos que no son criminales son capaces de empujar al vacío a un viejo inocente, yendo incluso contra sus valores y convicciones más auténticos. 

Si trasladamos estos datos obtenidos por el experimento al plano de nuestros conflictos cotidianos, donde la política juega todas sus cartas, probablemente acerquemos la reflexión de que no combatimos solo contra la burguesía. Peleamos también contra nosotros mismos. 

viernes, 2 de marzo de 2018

La Ciencia "despolitizada" uno de los mayores enemigos de la humanidad


Uno celebra que en la radio se trabajen ciertos conceptos cruciales, como el cambio climático. Acercar al público uno de los temas más importantes para el futuro es un acto loable. Ahora bien, sorprende que el experto Vicente Barros, doctor en física por la Universidad de Buenos Aires, profesor emérito de la Universidad de Ciencias Exactas y Naturales, investigador del CONICET, se deje llevar, siendo nada menos que un científico, por el optimismo tecnocrático. Barros considera que la crisis humanitaria y ecológica es preocupante, pero que con la baja de los precios de los paneles solares hay enormes esperanzas de detener los desastres que se aproximan. Cita el ejemplo alemán en la transición a la energía limpia desconociendo u omitiendo (quisiera creer esto último) totalmente sus limitaciones y su potencial fracaso en vistas a lo necesario en tiempo y recursos para semejante transición y la urgencia de accionar en consecuencia frente a los efectos del cambio climático que acerca a la audiencia. 

Por otro lado, el problema de estos científicos es que creen que con solo exponer el problema ecológico y encontrar pruebas certeras de sus causas, el asunto estaría medio resuelto. En la entrevista, Barros aboga por una toma mayor de conciencia, la que provocará, sin más,  mayores presiones a los gobiernos lo que en última instancia solucionarían el problema. Este tipo de análisis y de aportes son los que ayudan a desviar la atención del público sobre estos temas vitales, porque son condescendientes con los gobiernos capitalistas, desaprovechando la oportunidad para decir lo que hay que decir en momentos como este. No es el humano el que está arruinando los mares, ríos, los glaciares,  los corales, no. Es el capitalismo que instrumentaliza al humano para erigirse como único sistema político y civilizatorio y al que no le importa nada si no es para lucrar. Pero Barros (y los conductores del programa de radio) no lo dice. 
Cuando uno termina de escuchar con atención un programa así y resulta que el científico te plantea que los cataclismos serán "normales" y recurrentes en estas décadas y que, sin embargo, hay esperanzas de que con mayores presiones a nuestros gobiernos y con más inversión en tecnología de punta no habría tanto de qué preocuparse, uno termina entendiendo por qué colapsaremos inevitablemente. Un científico con todo lo que sabe no puede decir semejante estupidez, en el fondo de sus conocimientos sabe que en lo que nos queda de vida en el planeta, la humanidad o logra el socialismo como única forma de adaptación a la naturaleza que resta o se extingue. 

La ciencia debe dar la batalla más audaz que haya dado en toda su historia, la batalla contra su cooptación capitalista en aras del futuro de la humanidad y, por lo tanto, de su existencia como disciplina. 

  

http://www.radionacional.com.ar/que-significa-el-cambio-climatico-y-que-consecuencias-puede-tener/

miércoles, 7 de febrero de 2018

El arte de decir adios al proletariado


En la serie  Philip K. Dick's Electric Dreams, en su capítulo llamado Autofac, la fábrica es el enemigo y no los patrones. Ya no hay obreros, solo drones y sistemas automatizados de producción. La fábrica produce y produce aunque el mundo colapsa, aunque las guerras hayan extinguido a miles de millones de consumidores. Simplemente no puede dejar de fabricar porque fue diseñada para no hacerlo. Se fabrica, se contamina, se condiciona el futuro, todo sea por continuar con la civilización que le dio vida a la fábrica y a sus tecnologías e inteligencia artificial, la cual dirige la batuta. En el capítulo de la serie, la lógica desarrollista llegó hasta las últimas consecuencias y se llevó por delante toda humanidad, casi sin dejar rastros. Distopía si las hay. El mundo quería progreso, y progreso tuvo, pero un progreso que terminó ahogando al humano entre sus inventos y lujos.

Si lo comparamos con  el plano de la realidad, los obreros del mundo siguen al pie de la letra los mismos algoritmos que aquellos drones y robots de la serie, siguen poniendo la fábrica en funcionamiento sin preguntarse hacia dónde vamos. Convencidos de que no hay otra cosa cosa que hacer  por el momento, más que mejorar las condiciones laborales, el proletariado es un robot del capital, que no se cuestiona que su tarea le permite a la fábrica (aquí sí todavía hay patrones) gastar los pocos recursos que le quedan a la tierra, así como colaborar en contaminar de modo siniestro el medio ambiente.  Andre Gorz había anticipado un "adiós al proletariado", desde una visión marxista. En ella afirmaba que las contradicciones insalvables del capitalismo solo se superarían luchando por el derecho a la autoproducción, como derecho fundamental de las comunidades de base de producir ellas mismas una parte al menos de los bienes y servicios que consume, sin tener para ello que vender su trabajo a los detentadores de los medios de producción ni tener que comprar bienes y servicios a terceros. La lucha sería contra el valor de cambio, por la reivindicación del valor de uso del tiempo. Sin embargo,  el sindicalismo tradicional no está por la abolición del trabajo, está para defenderlo. Y más si los que la agitan son los pocos profesionales (lo que más ganan entre los trabajadores) o simplemente los que lograron obtener uno en una sociedad del desempleo. A esto hay que sumarle que estos trabajadores no profesionales son reducidos por la automatización a complementos de la mercancía que ni siquiera se identifican con el trabajo y, por lo tanto, con la clase obrera,  Ahí radica una de las contradicciones más sutiles de cómo el marxismo tradicional encara la coyuntura actual de la crisis terminal del capitalismo, que trae en la cola emponzoñada un colapso descomunal de la civilización. ¿Cómo vamos a luchar por el socialismo teniendo como punta de lanza solo mantener los puestos de trabajo, cuando son esos mismos puestos de trabajo el problema central de la degradación ambiental y psicológica de los humanos?

En la serie, los restos de humanidad que sobrevivieron entendieron que la fábrica debía destruirse, eran esos restos o la fábrica. Con el nivel de derroche, contaminación, depredación y alienación que hoy produce la fábrica moderna en la realidad,  la vanguardia obrera está  un paso atrás de aquellos personajes de ficción ideados por Philip Dick; si pensamos que las fábricas solo hay que expropiarlas, cuando en realidad hay que destruirlas en su mayoría por los daños que traen consigo y que amenazan con extinguirnos, es que no hemos entendido nada del momento peligroso en que transitamos o porque subestimamos el problema. Pero como poco y nada se está haciendo para idear un mundo sin fábricas, donde el militante y activista, que dicen ser los más conscientes de la clase obrera, reducen sus papeles a levantar consignas del siglo XX, donde los daños a los ecosistemas, la escasez de agua y recursos no estaban ni en las charlas de café, ¿qué podemos esperar? Los jinetes del marxismo optimista creen sin embargo que las catástrofes que le anticipa la ciencia  solo se dan en las películas por el momento; los marxistas menos fanatizados, por nuestra parte, creemos que los Philip Dick tienen más argumentos y mejores estrategias para intentar comprender por qué vamos a caer en un embudo y qué es lo mejor que podemos hacer si es que queremos tener alguna oportunidad. Así como Pirandello pensó que habían personajes de ficción que buscaban un autor que representara su historia en una obra, creo también que estos personajes de Dick nos están  buscando para ser representados en nuestra obra -espero  que no sea póstuma.

sábado, 27 de enero de 2018

La ciencia le pone el cronómetro en la mesa a la izquierda anticapitalista



Frente al inexorable declive del petróleo, hay distintas posiciones. Los que lo reconocen pero no están pensando en cómo resolver los problemas futuros, los que no lo reconocen directamente y los que reconociéndolo están anticipándose en idear respuestas a este enorme estallido que significará la pérdida irremediable de disposición de la energía para la supervivencia de la vida humana. 

Los dos primeros casos, los inmediatistas (aquí entra la mayoría de la izquierda anticapitalista) y los negadores respectivamente, no interesan para el análisis, más que para criticarlos por su silencio cómplice frente a la demencial situación que nos lleva el capitalismo. En el último grupo están estos científicos, como los del artículo, que hacen previsiones a través de modelos de proyección basados en investigaciones de décadas, para pensar de cuánto tiempo y recursos disponemos para cambiar la matriz energética en lo que pronto llamaremos mundialmente transición energética inevitable. 

Para estos científicos, dicha transición será de una exigencia más que importante (con capitalismo en pie sencillamente estamos muertos) : 

"De acuerdo con nuestras estimaciones, el coste energético de todas las infraestructuras que tendrían que soportar la transición renovable que se necesitarían en los próximos 25 años es de 160.500 millones de barriles equivalentes a petróleo. Teniendo en cuenta que hoy en día se consumen unos 35.000 millones de barriles al año, esta cantidad es bastante impresionante, ya que representa unos 5 años de la producción total de petróleo actual (asumiendo que ésta fuera energía neta, que encima no es el caso). Expresado en términos diarios, el coste energético de la transición representaría 17,6 millones de barriles diarios durante los próximos 25 años, lo cual es obviamente muchísimo (es aproximadamente el 22% de la energía neta de todos los líquidos del petróleo que se producían en 2015)".

Si reconocemos que la proyección que hacen estos científicos es correcta, la pregunta que debemos hacernos los revolucionarios es ¿podemos continuar defendiendo un programa político que no tiene integrado la caracterización de lo que más arriba se afirma? La comunidad científica ya en este preciso momento nos está poniendo el cronómetro para la toma del poder, y nos está obligando a prepararnos para una transición histórica, monumental, jamás vista, que de no hacerla  todo estará liquidado. Los anticapitalistas que dicen que el socialismo nos traerá como por arte de magia la remodelación absoluta de la matriz energética a través de las energías limpias, deberían ponerse a trabajar desde ahora, porque no habrá socialismo si seguimos siendo derrotados en cada lucha que damos. Tendremos que reeducarnos todos para lograr adaptarnos a la nueva realidad donde la energía escasa será la norma. Pensar que recién cuando tomemos el poder los trabajadores nos pondremos a ver cómo nos organizamos es un despropósito con semejante realidad al acecho. 




http://crashoil.blogspot.com.ar/2018/01/la-transicion-renovable-en-un-escenario.html

viernes, 19 de enero de 2018

Como decía Marcuse, el socialismo postindustrial será femenino o no será


Con una mayor aceleración de la entropía planetaria, se hace necesario repensar la sociedad posindustrial que deberemos construir. En una sociedad así, la racionalidad económica no puede ser la guía como ha venido siendo en nuestras sociedades occidentales. La búsqueda de actividades autónomas y de valores no económicos deberán ser el norte de esa construcción. Mientras que hoy algunos defienden abandonar los hogares para cambiar el mundo vía salario de por medio, con una sociedad en colapso tal consigna perderá todo su valor. En este preciso momento, el planeta exige una revolución no solo política, sino cultural. Empezar a desmarcarse de los principios de la competencia, acumulación y rendimiento para comenzar a poner en ejercicio los de reciprocidad, ternura, gratuidad y amor a la vida en todas sus formas, es base y condición sine que non para aquella sociedad del futuro. Y la que mejor puede ayudarnos a los humanos en las próximas décadas de crisis total es como dice Alain Touraine, la mujer:

“El movimiento feminista es un movimiento de liberación no de las mujeres sino de los hombres por las mujeres. En efecto, uno de sus aspectos más importantes, es que se opone a los modos financieros y militares, al poder del dinero y de los grandes aparatos, y que reivindica en nombre de una voluntad el organizar su propia vida, de trabajar relaciones personales, de amar y ser amada, de tener un hijo.
De todos los movimientos, es el movimiento feminista el que mejor resiste la creciente influencia de las grandes empresas sobre nuestra vida cotidiana. Solo las mujeres han preservado en ellas lo que el poder machista dominador aplasta en los hombres. Debido a que han sido totalmente excluidas del poder político y militar, las mujeres han logrado mantener vivas las capacidades relacionales que han sido amputadas a los hombres por los aparatos – o que los hombres mismos se han amputado en beneficio de estos.

Gracias al movimiento feminista, los hombres hemos ya recuperado algunos derechos en lo que se refiere a los sentimientos, a las relaciones con el hijo, etc. Y esto que es ante todo una defensa cultural puede devenir una lucha propiamente social y política contra este mundo de managers y empleados, contra esta vida en la que uno se pregunta finalmente si sirve para algo más que hacer funcionar la máquina”. 

Los signos irrefutables del colapso


Ciudad del Cabo es la primera ciudad ostentosa que empieza su agonía hacia el colapso. Millones de personas que vivían en el confort de una sociedad moderna comienzan su "guerra" por el agua. Si bien esta guerra por el líquido vital no es nueva, porque muchos desclasados del mundo ya lo vienen haciendo hace tiempo, lo significativo de este hecho es que se inicia un proceso de disputa mundial de todas las clases sociales por el agua y que, además, pondrá en desarme a enormes ciudades como la de Ciudad del Cabo, que por su ubicación y las condiciones que impone el cambio climático no tiene esperanza de sobrevivir. Esto provocará guerras internas y expulsiones y muertes, previas a la muerte misma de esta ciudad. Si esto no es el comienzo del colapso ¿qué es? Más nos vale que tomemos conciencia de que ya no son amenazas, son los primeros ladrillos del inicio del derrumbe.

https://www.bbc.com/mundo/amp/noticias-internacional-42742476