martes, 9 de mayo de 2017

China, ¿nuevo imperio?

A muchos teóricos marxistas les convendría reflotar la idea de que las economías emergentes como la de China alcanzarán la hegemonía global, porque implicaría suponer que el enemigo imperial no desaparecería, así como las condiciones materiales y subjetivas de la lucha. Dicho de otra forma, supondría poner al socialismo como posibilidad remota, suspendida en el tiempo, a la espera del zarpazo. Pero la realidad es más cruel y más determinante que los deseos teóricos. El éxito de China se debe a su modelo exportador, sustentado por su carbón, fuente de energía por excelencia en dicho país. El problema es que el pico de carbón en China llegará en diez o veinte años (ahora mismo un pozo de carbón llega ya al kilómetro de profundidad) a su máximo y no le quedará otra que pasarse a las energías "limpias" con su obvia pérdida energética, o a aliarse a los pozos petroleros del mundo. En fin, tanto China como Rusia y ni que hablar de EE.UU. o el país que le quieras poner como "dueño de la hegemonía", todos estarán reducidos a polvo. No tendrán guita suficiente ni para seguir industrializando ni para mantener un ejército planetario. Es decir, las luchas en el futuro serán faccionales.

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