martes, 23 de mayo de 2017

¿Para cuándo la consigna del decrecimiento?

Carlos Taibo Arias es un profesor de ciencias políticas en la Universidad Autónoma de Madrid; un anarquista que tiene muy clara la idea del colapso. Taibo expresa algo que puede dejar mudo a más de un marxista ortodoxo. Y es que si el discurso del  poder dominante anda repitiendo la fórmula del seguir creciendo como forma de solucionar todos los problemas, una consigna por el decrecimiento es revolucionario por el simple hecho que contradice dicho discurso. Pensemos, entonces, en las consignas que propone gran parte de la izquierda con respecto a los problemas de la clase obrera. Nos encontraremos con que su discurso no es muy diferente al de los poderes dominantes. Ambos todavía creen que se puede crecer, uno en pos del lucro, el otro en post del mejoramiento de las condiciones de vida diarias. Ahí tenemos un problema no resuelto, y tiene que ver justamente cómo la izquierda aborda el problema. Si las consignas revolucionarias solamente acompañan esa confianza, aunque mínima, de las masas en el capitalismo, de alguna forma -como bien lo apunta Taibo- estamos rifando ya mismo el futuro de nuestros hijos. La izquierda anticapitalista tiene la opción de llamar a decrecer (aunque ni eso hace todavía), pero  eso supondría un paso gigante que no parece querer dar, llamar a la revolución lo antes posible, algo que según los teóricos más prestigiosos del marxismo no sería lo más recomendable, ya que las condiciones subjetivas no están dadas. Esto último si bien es muy cierto --existe hasta un atraso en la conciencia del explotado-- es incompleto para hacer un análisis real de lo que plantea este problema. Las condiciones subjetivas no surgen solamente de las condiciones materiales, también se constituyen a partir de la interacción con otras subjetividades, las cuales en función de la dirección que tengan, guiarán o no hacia ese destino tan esperado de la revolución socialista. En ese sentido, la izquierda anticapitalista debe hacerse cargo de su poca colaboración en la guía sobre los procesos revolucionarios, y no solo escudarse en que las fortalezas del capitalismo son la única traba para derribarlo. Esa gran subjetividad que puede proponer la izquierda revolucionaria para que interactúe con las masas no puede ser pensada desde la mirada de las necesidades de un mundo en vías de industrialización, sino todo lo contrario, en vías del colapso irremediable. Eso lo cambia todo, y las consignas también deben colaborar con ese cambio de paradigmas. O llamamos a hacer la revolución urgentemente para enfrentar el colapso, o el colapso hará la revolución por nosotros.

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