sábado, 27 de mayo de 2017

El marxismo no es un reducto estanco

La crítica -siempre lo sostengo- si quiere ser “crítica” y no una defensa (como la de un abogado, y todos sabemos que éste no necesariamente busca la verdad) debe reconocer los aportes incluso de la crítica adversaria, y desde allí librar la batalla. De lo contrario, dicha crítica reduciría su campo a una batalla religiosa entre el “bien y el mal”. Esto último viene pasando seguido. La izquierda anticapitalista ha simplificado -para mi gusto y para el de muchos marxistas- al capitalismo a la mera expresión “explotación” y convertido toda su lucha a una cuestión principalmente sindical. El marxismo como especialista en el análisis de la realidad, por lo tanto, tiene una pata quebrada que no le está funcionando, y es la de expandir su análisis y política a otros aspectos no menos importantes. Me remito a los propios hechos de la historia que el marxismo mismo ha considerado válido. Marx y Engels no renegaban de las críticas “románticas” del capitalismo industrial, es más, se nutrieron de ellas para superarlas. Sismondi fue uno de esos burgueses intelectuales que tenían una mirada romántica de la realidad de su tiempo, pero las cartas con Marx demuestran que no todo el enemigo ideológico dice pavadas o ideas reaccionarias. Lo mismo ocurrió con Balzac, Dickens, Fourier, todas fuentes que Marx leyó con mucha atención, siendo éstos representantes de la cultura dominante. Marx y Engels –y por extensión el marxismo- proponían una lectura selectiva, una apropiación de ideas que impliquen un avance en el desarrollo de la comprensión, y no como mucha izquierda que pretende solo usar la lectura para sostener un enfoque sobre un asunto ya “resuelto”. 

Thomas Carlyle sin ser marxista escribió: “Si los hombres perdieron la creencia en un dios, su único recurso contra un No-Dios ciego, de necesidad y de mecanismo, contra una terrible máquina de vapor mundial que los aprisione en su vientre de hierro como un monstruo toro Faloris, sería, con o sin esperanza, la rebelión”. Marx aún sabiendo del romanticismo de esta crítica la anoto en sus cuadernos y se apropió innegablemente de aquel legado no poco revolucionario del crítico escocés. En ese sentido, izquierda marxista contemporánea, en vez de solamente refugiarse en las trincheras de la ortodoxia, más le vale que saque la cabeza y observe lo que tiene enfrente, porque en vez de ganar terrenos, estamos regalándolos a los enemigos. Si Marx incorporaba conocimientos ofrecidos por  la propia burguesía para su elaboración teórica, no se entiende que muchos de sus mejores discípulos contemporáneos se sigan negando a incorporar los estudios científicos que advierten la posibilidad inminente del colapso de nada menos que una civilización. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario