lunes, 22 de mayo de 2017

La espiral de la energía, obra para pensar cómo afrontamos desde el marxismo el colapso de nuestra civilización

Dejó una obra más que interesante para profundizar la idea del colapso. El marxismo no puede seguir escapando de las garras de esta tremenda realidad:

EN LA ESPIRAL DE LA ENERGÍA.
Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes


El carácter inmaterial de la sociedad de la imagen y su condición ambiental inocua son falsos. Como alerta Carpintero (2003, 2005), cada ordenador supone extraer y procesar 1.000 veces su peso en materiales, con el transporte de productos que ello implica y los impactos ecológicos de su transformación. Unos materiales que, además, son escasos. Y la cuestión no son solo los recursos en la fabricación, sino los residuos contaminantes que se generan. A ello hay que sumar la obsolescencia programada de estos aparatos. Lo mismo se puede decir de las televisiones, los mp3, los teléfonos móviles o los libros electrónicos (430). Además, su número crece de forma continuada (431). Por otra parte, el funcionamiento del ciberespacio y la sociedad de la imagen demandan una considerable cantidad de energía eléctrica (432). Actividades “amigables con el medio ambiente”, como la lectura de un periódico on line, el envío de gran cantidad de datos vía correo electrónico, el libro electrónico o colgar vídeos, tienen también su coste energético (433). Aunque algunas de estas actividades se suponía que iban a ahorrar en consumo de papel, su derroche no ha hecho sino aumentar, un ejemplo más de efecto rebote. A estos impactos hay que añadir la fabricación de las infraestructuras (cables (434), satélites, antenas). Además, muchos de los nuevos materiales necesarios para la nueva economía (fibra de vidrio, fibra de carbono, PVC, poliuretano) requieren mucha más energía para su fabricación que los antiguos (hierro, acero o aluminio) y además son difícilmente
reciclables (Carpintero, 2005; Khanna y col., 2008). >>

(430) Para fabricar un móvil hacen falta 75 kg de materiales, 1,5 t para un ordenador y 14 para un coche. Un chip electrónico de 0,09 g necesita 20 kg (220.000 veces su peso) (Herrero y col., 2011).
(431) Hace 30 años apenas existían ordenadores en el mundo. En 2013 se estimaba que había más dispositivos conectados a internet que habitantes en el planeta (unos 15.000 millones) y unos 2.000 millones de personas usaban internet (Almodóvar y Ramírez, 2013). Algo similar podríamos decir respecto a los televisores, a los que accede más del 80% de la población mundial. En cuanto a los teléfonos móviles, su número rondaba los 7.000 millones en 2013 (Castells, 2012, 2014).
(432) Del orden del 15% de la energía eléctrica que se consume en EEUU corresponde al funcionamiento directo del mundo informático (Carpintero, 2003, 2005). Internet, sin contar las infraestructuras, produce tanto CO2 como Alemania o toda la industria de la aviación (Almodóvar y Ramírez, 2013). Los almacenes digitales consumen en todo el mundo el equivalente a la producción de 30 centrales nucleares (Glanz, 2012), el 48% de todo el consumo de internet (Almodóvar y Ramírez, 2013).
(433) La lectura de un periódico on line utiliza 10 veces más energía fósil y produce 2 veces más residuos que un periódico tradicional, si bien estas evaluaciones dependen de cómo se defina el ciclo de vida (Plepys, 2002; Carpintero, 2003, 2005). Hacen falta 100 libros impresos para llegar a la huella de carbono de un iPad y 40-50 para un libro electrónico (y eso contando solo con la energía consumida en la fabricación) (Goleman y Norris, 2010; Green Press Initiative, 2010). Por cada 2 Mb que circulan por la red se consume la energía equivalente a la quema de 0,5 kg de carbón (Carpintero, 2003, 2005). En EEUU, en 2010 solo los centros de datos consumieron más energía que el sector del papel ese mismo año (Glanz, 2012).
(434) 900.000 km de cables submarinos, por donde circula el 99% de la comunicación (Clemente y Ramírez, 2013).
Vol. 1

vol. 2


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