domingo, 28 de mayo de 2017

La revolución de Sebastián Salgado

Por un lado la sal puede tener una acepción dañina o mortífera evitando que crezcan las semillas cuando se aplica de forma inadecuada sobre la tierra por lo que puede tomar el significado de esterilidad o desertificación. Otro significado es como elemento que se requiere para reforzar un proceso o una actividad, cognitiva, vital o social. También puede ser entendida como producto para la conservación y preservación, adquiriendo dicha semántica. En otro sentido puede entenderse como que irrita las heridas en sentido metafórico, encaminado a decir que provoca dolor donde ya existe un daño. Por otro lado, la sal provoca sed, por lo que puede entenderse que provoca necesidad. Los humanos, según Sebastian Salgado, somos esa gran y multisignificante metáfora. 

Esta película nos comparte la experiencia de uno de los fotógrafos más comprometidos socialmente, Sebastían Salgado. En ella iremos desde la lucha política, el compromiso con las bastas regiones de desclasados, pasaremos por la colaboración de los trabajadores en la construcción de la impresionante sociedad moderna, hasta llegar a su última etapa como fotógrafo: el de la necesidad de mostrar al mundo que hay posibilidad  de renacer lo muerto que ha dejado esta sociedad del consumo y la opulencia. La finca de sus padres, en Mina Gerais, se había convertido en tierras muy estériles. Hoy, luego de un trabajo metódico, convertida en un paraíso de árboles y animales, demuestra que hay todavía procesos que sí pueden revertirse dentro de la naturaleza (lo que queda averiguar es si nosotros podemos cambiar o no).

Luego de sus viajes itinerantes por los lugares más profundos de la oscuridad humana, Ruanda es el ejemplo emblemático donde presenció en forma directa un genocidio brutal, Salgado seguramente debió querer matar a más de un capitalista (en el documental usa el eufemismo de deshonestidad política de los gobiernos), pero también nos hace cargo a todos, incluido él -que ya estaba haciendo un trabajo revolucionario desde la difusión y alarma de lo que ocurría-, sentenciando amargamente que luego de ver eso nadie merece vivir en este planeta (queda en ustedes confirmar dicha sentencia). 

Pero Salgado va más a fondo en su vejez, y no propone cruzarse de brazos a esperar la muerte. Hace su parte, desde su visión de fotógrafo y economista. En su último trabajo, Génesis, advierte que la humanidad es capaz de destruir todo y destruirse así mismo, pero también puede comenzar a organizarse de cómo enfrentar al peligro del colapso de nuestras formas de vida. Su lucha también es política y revolucionaria, aún sin que nos hable de partidos políticos y la toma del poder, porque de alguna forma, los que sí lo hacen y se jactan de su estrategia, deberán recurrir tarde o temprano a las enseñanzas de estos tipos que no reducen la lucha a una sola mirada, sino a las múltiples miradas que incluso te puede ofrecer una cámara de fotografías.








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